Lamentablemente, demasiadas veces miramos al excéntrico con el recelo que pesa sobre el que se sale del molde. Como si la originalidad fuera pecado en lugar de elogiable virtud.
Más allá de la equidad el reto para todos está en entender el enorme valor que tiene la diversidad —de género, política, generacional, cultural o social.
Al parecer, la sociedad tendrá que acostumbrarse a vivir bajo la amenaza de un nuevo tipo de terrorismo, más selectivo y anónimo, difuso en sus fundamentos ideológicos y en sus objetivos políticos, pero cuya eficiencia y precisión operativa lo mantienen hasta ahora en la impunidad.