Llegamos al 2020 con la incertidumbre de qué va a pasar y cómo nos vamos a relacionar con aquel sector de la sociedad que ve todo en blanco y negro, sin matices.
El escenario actual ha venido también a ratificar que en un Chile donde la derecha puede ganar elecciones -y de hecho gana- la construcción de consensos mínimos en cuestiones estratégicas es casi un imposible.
¿No es peor alterar la voluntad del elector respecto de sus ideas políticas a cambiar solamente a la persona encomendada para cumplir con las propuestas por las que votó?