Sin reformas profundas al sistema político que reviertan estos aspectos, intentar responder qué quiso decir el pueblo está destinado a engendrar polarización y populismo.
Si quieren gobernar, deben ganar antes la elección presidencial. No deben intentar atajos irresponsables ni, tampoco, forzar al Ejecutivo a gobernar con el programa que ellos quieren imponerle.
Hobbes en su obra, El Ciudadano, si bien manifiesta su preferencia por la monarquía, afirma la validez de las tres formas clásicas de gobierno, todas ellas, originariamente, derivan su legitimidad de la democracia, por medio de una asamblea soberana de iguales.
La filantropía que Chile necesita debe ser reflejo y complemento de un continuo de prácticas empresariales con fuerte compromiso social, además de transparente y promotora del pluralismo que hemos visto en las diversas demandas y adherentes al movimiento social.
La tarea hoy es titánica. Implica recomponer confianzas con la mayoría de la opinión pública e implica dialogar con la mayoría del mundo político. Y esa tarea no será fácil.