Dentro de esta angustia y encierro, surge la posibilidad de valorar aquellas cosas que, por cotidianas, habían terminado siendo invisibles e irrelevantes.
Contratar o entregar recursos públicos a amigos es una práctica muy mal vista en la vida profesional contemporánea. Pero ¿no estaremos, en algunas áreas como la ciencia, llevando las cosas a un extremo opuesto, igualmente peligroso?