¿Cuántos de quienes leemos esta columna estaríamos dispuestos, con la mano en el corazón, a disminuir nuestro sueldo a la mitad o a definir que luego de determinados años debemos ser reemplazados en nuestros trabajos?
Todo pareciera indicar que nos podemos estar acercando peligrosamente a un punto de no retorno donde las condiciones del planeta van a cambiar hasta transformarlo en un lugar muy distinto al que habitábamos.
El desafío propuesto por el presidente que se desprende del sábado está asociado a que el país deje la lógica de ricos y pobres, de buenos y malos chilenos.
Para el caso de nuestro país, los riesgos de perder nuestros monumentos históricos son latentes. Ojalá que el incendio de Notre Dame nos ayude a tomar conciencia de los peligros y nos anime a trabajar en la prevención.