"Las universidades deben dejar de ser instituciones donde los estudiantes acumulan, muchas veces pasivamente, conocimientos especializados, para convertirse en instituciones de reflexión activa y creativa que ofrezcan trayectorias que permitan articular un pensamiento global y crítico"
El trágico incidente de Panguipulli volvió a confirmar el abismo de sentido en que se encuentra la sociedad chilena; un abismo constituido por un mar de sesgos de confirmación, donde al final los hechos en sí mismos tienen poca importancia.
El pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, la capacidad de trabajo en equipo, el rigor analítico y las destrezas comunicacionales y de persuasión, requieren de una experiencia formativa más equilibrada, menos profesionalizante, que la que se observa en nuestro país.