Solo haber planteado esto, y de esta forma, pone en riesgo el principal atributo de Piñera, la moderación, haciéndolo, paradójicamente, perder su propia identidad y, de paso, permitiéndole abrir las puertas de las demagogias contenidas.
Si todos quedan en una buena posición, nadie queda en una buena posición. No, al menos, en un sistema competitivo de mercado cuyas posiciones más apetecidas son limitadas.