Chile ha superado en muchos aspectos a cualquier país de la región, pero todavía está funcionando muy por debajo de su potencial y de las expectativas de su población.
Revisar la historia, aunque nunca nos impedirá seguir cometiendo los mismos errores, sí nos entrega más elementos de juicio para poder comprender mejor la realidad y tomar decisiones.
Circunstancias inesperadas terminaron abriendo las puertas para que la sociedad chilena pueda finalmente abordar uno de sus grandes déficits de las últimas décadas: el disenso sobre la legitimidad de su constitución política.
No tengo la confianza de mis contradictores en que convocar a un proceso constituyente a cargo de una Asamblea, particularmente en la forma por ellos propuesta, vaya a contribuir significativamente a la pacificación del país. Pero debo reconocer que yo, tanto como ellos, carezco de información que justifique un juicio categórico.