Si bien no debemos endiosar al inversionista, tampoco debemos caer en el infantilismo de que el presupuesto y la base tributaria brotarán como maná del cielo.
Puesto que ninguno de los recursos simbólicos o materiales tradicionales de la nación quedó incólume, entonces una nueva constitución, una constitución comprometida fundamentalmente con la democracia, puede tal tez jugar tal rol unificador.
La democracia es el sistema falibilista por excelencia, vive de la vida y calidad del diálogo de sus actores como método para construir acuerdos capaces de encausar pacíficamente la convivencia social cuando esta se ha fracturado o requiere componerse.
Si la historia termina bien, cuánto valoraremos, cuánto cuidaremos la paz social en el futuro: hemos aprendido en carne propia que sin ella no es posible la paz mental.