Esto ha pasado a ser, lo queramos o no, parte de la historia contemporánea de la educación pública en Chile. Pero seguimos haciendo caso omiso a esto. No lo queremos ver.
Una ministra que decide políticamente irse al norte a ver el eclipse solar, aun cuando haya estado planeado con antelación, no pasará inadvertida y la ciudadanía le cobrará el desliz.