Si bien el gobierno ya ha asumido que las palabras son tan relevantes como los números, urge focalizarnos en potenciar formas de acercar las decisiones a la ciudadanía.
Siendo esta una materia un tanto descuidada por la doctrina chilena, el tratamiento sistemático de los problemas vinculados a estos contratos es de gran utilidad.
En muchas partes del mundo se han ido modelando fórmulas, todas imperfectas, que van dando evidencia de que este problema no es de los privados, es también de los Estados.
¿Cómo se puede creer la condena al asesinato de Jaime Guzmán, si ondea una polera de Guzmán baleado, festina con ella, se junta con uno de los asesinos clandestinamente, reivindica al otro, y señala que hay que reconocer el legado del grupo que lo mató? Simplemente no es posible.