Un ejemplo de lo dañino que puede ser el sistema ocurre con Fondecyt: al tiempo que las propuestas son enviadas con nombre y apellido, los evaluadores son anónimos. Es decir, el postulante lleva todas las de perder.
Ad portas de una nueva licitación de operadores, el plan del gobierno apunta al gran pecado de origen de Transantiago: su falta de flexibilidad, de capacidad adaptativa a los inherentes cambios de la ciudad. Varias son las mejoras planteadas.