El neoliberalismo de las últimas décadas contiene aspectos que lo sitúan en el liberalismo. Pero que ello sea así no quiere decir que este sea sinónimo irremediable de desregulación o capitalismo irresponsable.
Todos los días, nuestras libertades individuales son puestas a prueba por decisiones que provienen de la autoridad, con el fin de fortalecer la actividad política en comunidad.
Enfatizar la importancia de la historia sirve sin duda para crear conciencia. Sin embargo, ahora es tiempo de pensar política más que disciplinarmente.
Un ejemplo de lo dañino que puede ser el sistema ocurre con Fondecyt: al tiempo que las propuestas son enviadas con nombre y apellido, los evaluadores son anónimos. Es decir, el postulante lleva todas las de perder.
Vale la pena ver hasta dónde los terremotos, sismos, incendios o inundaciones son, ellos también, instancias de participación y toma de decisiones políticas.
Ahora que Venezuela vive su propio “viaje” hacia el fin de la Revolución, y que la incertidumbre arrecia otra vez sobre el continente, recomiendo más que nunca leer este tipo de contribuciones.