Aunque fuese inútil como estrategia de inhibición, entender lo que ocurrió en el Golpe, develar sus causas, para tratar de evitar su repetición, es una tarea necesaria. Una en que se juega buena parte de nuestro anhelo de humanidad.
Cuando los Estados limitan la libertad de expresión, en este caso filtrando la “desinformación”, es solo cosa de tiempo para que limiten las otras libertades.
Rechazar la invitación debilita una de las pocas fortalezas de la izquierda. No extrañaría que perdieran apoyo entre sus partidarios del 30 por ciento. ¿Se imaginó usted que un gobierno de izquierda hiciera algo así?
Se podría retrucar que la fuerte competencia y presión son buenas porque acusan el ingenio y la excelencia. No es así. Más bien se activa otro módulo: el de la supervivencia. Y cuando se trata de sobrevivir, todo parece estar permitido.
Es un error estratégico y valórico oponer la destrucción y salvación del medioambiente a la del arte. Supone que una de las cosas más valiosas que logramos como especie no vale la salvación del mundo.
Es difícil aventurar cuánta corrección paritaria (de salida) resiste la democracia antes de transformarse en un simulacro. Pero se puede afirmar que, cuánta más haya, habrá menos democracia.
Republicanos sabe que el 35,5 por ciento de los votos no son suyos. Son de grupos pendulantes, personas hastiadas de estos procesos y que ahora consideran más probable que ellos puedan cumplir el urgente anhelo por seguridad, orden y prosperidad.
Estas pretensiones de censura no son nuevas. De un modo u otro, ellas siempre han ido a la par del despliegue creativo, como sombras de la estupidez y pequeñez humana.
Más valdría que la ministra se preocupara de regular las condiciones de esta transacción comercial para evitar esta violencia, que en dictar sermones condenatorios, limitando la libertad de las mujeres para ofrecer comercialmente este servicio; y menos todavía, en base a frases vacías sobre “comprar guaguas” o derechamente a prejuicios.
Aprendimos de Tugendhat algo que no estaba en el registro del medio local, en el que la norma era el enamoramiento con el filósofo estudiado: que la pregunta por el sentido de una proposición es completamente independiente del renombre de su autor.
Es siempre recomendable volver a este gran liberal; lo es también en nuestros tiempos, en que el celo moral de la indignación suele despertar al pequeño inquisidor que llevamos dentro.
Lo cierto es que “la voluntad del pueblo” sí propinó una dura derrota al Gobierno. Esto solo puede ser así, luego de la malhadada, y hay que decirlo, extraordinariamente torpe estrategia del ministro Jackson de atar los cambios que el Gobierno propugna con la Constitución propuesta.