¿Ministro de Cultura?

20 de Junio 2023 Columnas

Es fácil equivocarse. Las opciones para hacerlo mal son muchas y para hacerlo bien muy pocas. La diana tiene un centro rodeado de un amplio espacio en que la flecha puede fallar. Entonces las personas reflexivas evalúan y reevaluan, se desvelan pensando en probabilidades, mundos posibles y valores. Dar en el blanco es una proeza que -con palabras clásicas- expresa virtud.

Pero hay también ocasiones, escasas y felices, en que esa regla se invierte y la opción de errar tiende a desaparecer. Ser país invitado de la Feria del Libro de Frankfurt es una de esas ocasiones: un ofrecimiento para ocupar un sitial de honor en la feria más famosa e importante del mundo, un lugar de sinergias y una vitrina de proyección cultural. Para un país y un Presidente que se jactan de la tradición literaria, es una situación ideal: el centro de la diana se extiende al universo entero.

Pero como sabemos, lo improbable también sucede. A veces es muy mala suerte, o concatenaciones de equivocaciones que desbordan lo imaginable. Otras veces es tontería, falta de criterio o incompetencia. En todo caso se trata de proezas mayores, ya que exigen una falta de virtud que abruma.

Pues bien, todo esto lo consiguió el ministro de Cultura, Jaime de Aguirre, al rechazar la invitación. Y lo hizo sin escatimar bajas.

Al rechazarla, el gobierno no solo desperdicia una gran oportunidad para proyectar y fomentar la cultura literaria. Además, desaira a los creadores, ya que expresa que no están a la altura o que no son tan importantes como para aceptarla. Si sumamos que quienes gobiernan recurren incansablemente al apoyo de esos creadores cuando se trata de hacer campaña, al ponche de los despropósitos le agregamos hipocresía.

Pero hay un asunto más: si algo caracteriza a la izquierda y la diferencia de la derecha, es que tiende a apreciar la importancia de la creación artística. En un país en que la derecha está ocupada completando planillas Excel y calculando costes y beneficios, este aprecio refulge como un oasis en el desierto. Rechazar la invitación debilita una de las pocas fortalezas de la izquierda. No extrañaría que perdieran apoyo entre sus partidarios del 30 por ciento. ¿Se imaginó usted que un gobierno de izquierda hiciera algo así?

Jaime de Aguirre demostró capacidad haciendo jingles y programas populares de televisión. Pero el Ministerio de Cultura, al que tiene sumido hace semanas en paro, le queda como poncho. Su incompetencia nos deja así -como nos recuerda el escritor Rafael Gumucio- en algún lugar entre Tongoy y Los Vilos, es decir, en una especie de descampado. Muy lejos de Frankfurt y el mundo. Si al Presidente le importa la cultura, como anuncia a los cuatro vientos citando poetas y con libros bajo el brazo, todo esto sería más que suficiente para seguir el consejo de la Reina de Corazones (figurativamente): ¡Que le corten la cabeza!

Publicada en La Tercera.

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