Orwell y la Comisión

28 de Junio 2023 Columnas

“COMISIÓN ASESORA CONTRA LA DESINFORMACIÓN”. Fue un déjà vu. De pronto estaba leyendo 1984, la novela de Orwell que penetró, como pocas, en las lógicas totalitarias a las que somos tan propensos. Pero no, era el Diario Oficial de la República de Chile. La Comisión asesorará en “los aspectos que permitan analizar el fenómeno global de la desinformación y su manifestación a nivel local en Chile”, y en dos informes entregará lineamientos y recomendaciones.

Sus promotores argumentan que es necesaria porque la desinformación amenazaría la democracia. Y nos dicen que no nos preocupemos. La Ministra de Ciencia afirmó que la Comisión no definirá qué es y no es verdad. Y según la Ministra Vallejo será un gran aporte contra la desinformación en plataformas digitales. Pero las amenazas a la democracia no provienen solo de la desinformación, sino también de los intentos por despejarla. Y dado el descomunal poder de los Estados, esta última es, qué duda cabe, una amenaza mucho más peligrosa. No es especulación, basta mirar la historia.

La confusión conceptual de la Ministra de Ciencia consiste en que referir a “desinformación” es imposible, a menos que haya información veraz. El problema irresoluble es que toda sentencia asertórica tiene contenido proposicional, es decir, toda afirmación sobre el mundo dice cómo es. Sume a ello que, en general, la política trata de evaluaciones. Y recuerde ahora a la Ministra Vallejo en sus vocerías descartando las críticas al Gobierno porque habría “desinformación”. Así, al filtrar por el cedazo estatal la “desinformación”, necesariamente se sostendrán algunas representaciones de mundo y algunas evaluaciones de aquel como veraces y otras como falsas –sobre todo, supongo, si son críticas al Gobierno.

Es un coctel tóxico y peligroso. Es tóxico, porque pretende embotar las mentes al disfrazar como ciencia las pretensiones políticas de control. No es casual que la Comisión se sitúe en el Ministerio de Ciencia. Si se hubiese creado un Ministerio de la Verdad, como el de 1984, sería menos digerible. Recurrir a la ciencia para descartar la crítica ha sido una estrategia común en los regímenes totalitarios: lo hacían los regímenes socialistas patologizando a sus críticos para encerrarlos en manicomios. En este caso no se los cancelará porque son enfermos mentales, sino que porque están desinformados. Es incomprensible como la Ministra de Ciencia se prestó a este juego. Y es peligroso, porque cuando los Estados limitan la libertad de expresión, en este caso filtrando la “desinformación”, es solo cosa de tiempo para que limiten las otras libertades.

No es labor de ningún Estado democrático filtrar la “desinformación”. Sostener que sí lo es, es una contradicción performativa. Estas se dan cuanto el contenido de una proposición contradice los supuestos de su enunciación, como aquel que afirma que está muerto. Al crear la Comisión, el Gobierno da a entender performativamente (actuando) que la democracia liberal no es lo suyo.

Publicada en La Segunda.

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