Escuela de Periodismo UAI. Ex Jefa de prensa de Senador Ricardo Lagos W. Anteriormente trabajó en la sección política del diario la Segunda y en la revista Qué Pasa.
El 8M es una celebración comercial,que nada tiene que ver con la necesidad de que independiente de la identidad de género, las chilenas y chilenos nos reconozcamos como equivalentes, ganemos según nuestro trabajo, y seamos evaluados de acuerdo a méritos.
La incógnita hoy será qué pesará más en las urnas: la evaluación a los parlamentarios, Ejecutivo o ministros, o el contenido de una propuesta constitucional que debiese ser el último intento en esta batalla fallida.
Si seguimos así, lo único que concitará unidad en el intento de carta fundamental, será que todos debemos “jodernos” y aceptar que Chile seguirá siendo desigual, desconfiado, individualista y egoísta.
No se espera nada y aun así el mundo político logra decepcionar al país. Ahí se entiende por qué el Congreso figura en el top five de las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía. Pero ya seguir apuntando a convertirnos en un país bananero, pareciera que rebasa todos los límites.
El olvido o el recuerdo selectivo se ha transformado en un problema que a simple vista podría parecer inocuo, pero que fomenta negacionismos, frustraciones y arriesga al país a cometer nuevamente los mismos horrores o mantenerse en un peligroso statu quo.
Aunque aún falta paño por cortar, lo cierto que cada nuevo capítulo que se escribe en la nueva propuesta parece sacado del video de Thriller: da miedo y parece que el texto está repitiendo el “moonwalk” de Michael Jackson, haciendo como que avanzan, pero en realidad, caminando hacia atrás.
Lejos de que el 11 de septiembre, aparezca como una fecha en la que Chile dé un ejemplo de humanidad, reconciliación o reflexión, estos días han mostrado una polarización y retroceso altamente preocupantes.
Si volvemos a repetir la historia, si cada uno la escribe desde su propia trinchera, sea la ideología a ultranza o el negacionismo, nunca tendremos una memoria sana, necesaria y reparadora.
Hasta ahora la perfección no ha existido en ningún ser humano y la probidad es un bien cada vez más acomodaticio, no solo en política. Y la democracia, aquella que costó 17 años recuperar, sigue convirtiéndose en un valor en retirada.
En vez de conversar sobre educación y debatir sobre cómo cerramos el círculo vicioso de la ignorancia, la desigualdad y la burbuja de la clase política cuando se discute este tema, terminamos concentrados en las bajas pasiones.
La moda de la cancelación es muy peligrosa y dañina, pues sigue patrones autoritarios y antidemocráticos que lesionan precisamente la facultad de expresar pensamientos e ideas, con el peligro de que cualquier palabra termine en crisis.