Sin arco

5 de Noviembre 2023 Columnas

Revuelo causaron los errores de la Federación de Fútbol de Chile, que derivaron en que las dos arqueras de la selección femenina, Christiane Endler y Antonia Canales, tuvieran que regresar a sus clubes antes de la final de los Panamericanos, dejando al equipo con la portería vacía.

Aquello hace pensar en otros ámbitos, donde el arco queda continuamente desprotegido, no solo frente al adversario, sino a merced de los propios autogoles políticos.

Partiendo por los francotiradores, que abundan en todas las coaliciones y que prefieren salir en cámara que preocuparse del conglomerado. Aquello ha incidido, por una parte, en la caída de la confianza en las instituciones, que se ha esparcido de manera epidémica hacia los partidos, los tribunales, el Congreso, las empresas, la iglesia, los medios de comunicación, etc. Pero, además, se ha convertido en el centro de campañas populistas y caudillistas, en las que los candidatos pretenden evitar ser “confundidos” con políticos tradicionales y tratan de instalar que vienen caídos de Marte y sin pecado concebido.

Lo más complejo es que este escenario ha sido alimentado también por los propios presidentes, sobre todo a partir de los autogoles. En el caso de Gabriel Boric, uno de esos momentos aparece en su relación con la prensa, su ninguneo e intento de pautearla constantemente, además de la violencia con que encara a los periodistas. Tratándose de un mandatario progresista, debiera tener claro el rol de los medios y la libertad de prensa. Pero él prefiere seguir el ejemplo de Donald Trump o Jair Bolsonaro.

Una de esas “salidas de libreto” se produjo durante el encuentro de la Sofofa, donde se lanzó contra El Mercurio, La Segunda y La Tercera, criticando que solo se publican noticias negativas: “Es como si viviéramos en un país infernal. Y no estamos en eso”, dijo. Y para ser alguien de un nivel intelectual elevado, cuesta creer que no entienda la naturaleza con que funcionan los medios y cómo esos ataques a los periodistas pueden entenderse como censura indirecta.

Ascanio Cavallo lo explicó así: “Hay dos cosas, una común a todos los gobiernos, que suelen desear una prensa funcionaria y parametrada, y que deben controlarse cuando recuerdan que se trata de una democracia y un estado de derecho. La otra es del Frente Amplio, una posición que viene desde sus academias y no termina de encontrarse con el aire frío de la realidad. Dejemos en una vereda aparte al PC, cuyas políticas sobre la prensa no han cambiado nada desde Lenin”.

¿Es labor de los medios hacer propaganda de lo que quiere el gobierno o cualquier otra autoridad? Rotundamente, no. El rol social del periodismo obliga a sus profesionales a fiscalizar al poder. Cada uno puede hacerlo libremente desde su propia línea editorial, mientras no se tergiverse la realidad.  El poder político, económico y de cualquier otra índole no puede pretender vivir en democracia económica, pero en un autoritarismo mediático. Y Boric debe darse cuenta que ya dejó de ser el estudiante que se peleaba con carabineros en las calles y que, desde que se instaló en La Moneda, se convirtió en quien encarna el corazón de la misma élite que critica.

Parte de ser un adulto responsable y dirigir un país es ser capaz de entender el lugar que ocupa cada uno en el panorama. Él debe gobernar. La prensa debe fiscalizar. ¿Se cometen errores? Por cierto, pero para eso están los tribunales de justicia donde se puede pedir sanciones si así corresponde. Pero dedicarse a ningunear, ridiculizar y censurar a los periodistas, fotógrafos o camarógrafos, confundiendo además constantemente el trabajo de los reporteros con lo que se habla en redes sociales, es sencillamente simplista.

Una democracia sana requiere un sistema de medios que funcione independiente del poder -sea cual sea- y que pueda fiscalizar precisamente a quienes lo detentan. Vivir metiéndose autogoles solo por darse el gusto de reírse de un reportero, es solo una muestra más de un arco que está desprotegido desde hace mucho tiempo.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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