Que se jodan

4 de Diciembre 2023 Columnas

La franja electoral que intenta convencer a los chilenos y chilenas para que apoyen o rechacen el nuevo proyecto constitucional, no ha tenido grandes hitos ni dosis relevantes de creatividad. Básicamente se podría comparar con cualquiera de las campañas anteriores y gran parte de los lineamientos se repiten: el oficialismo intentando convencer de que el “en contra” no es negativo y la derecha, como ha sido desde 1988, apostando muchas veces a la campaña del terror.

El mensaje parece ser claro: si no quiere votar por nuestra alternativa porque lo convence, entonces vote por nosotros para que no triunfe la versión contraria. ¿Por qué? Porque entonces arriesgamos volver a ese momento en el que estábamos “en guerra” contra “un enemigo poderoso”.

En ese escenario, hubo un mensaje que caló hondo y que se convirtió en trending topic en redes sociales: La “creatividad” de la oposición que hizo uso de las imágenes probablemente más crudas y amenazantes del estallido social, obviamente sin incluir las marchas pacíficas, los niños y niñas, las y los jóvenes, todos con demandas concretas. No, pareciera que solo hubo desmanes, fuego, destrozos. Nada más.

No solo fueron las imágenes las que causaron polémica, sino que el texto que las acompañaba. Además de destacar todos los actos de corrupción de los últimos años -que claramente no son mentira, pero tampoco son lo único que se ha hecho en estas décadas-, los protagonistas del video aseguran que votarán a favor de la nueva propuesta constitucional y a los otros, les dicen tajantemente: “Que se jodan”.

Más allá de entender que se trata de una campaña y que con el paso de las décadas estas han virado a un populismo cada vez más profesional, jugando siempre al límite de las mentiras, se abren dudas respecto del país en que vivimos y qué tipo de seres humanos somos y queremos ser.

¿Cuál es el chileno real? ¿El que marchaba, con carteles de colores y demandas que apuntaban a disminuir la tremenda desigualdad que existe? ¿El que hablaba de terminar con las AFP y las Isapres, que claramente han dividido más que unido al país? ¿El que apoya los derechos de las mujeres, las disidencias, el aborto en tres causales o el que sigue considerando que somos ciudadanas de segunda clase? ¿El que vuelve al individualismo que nos han inculcado y le importa un comino el resto o el que todavía cree en un país donde los derechos básicos estén asegurados y seamos solidarios? ¿Quién debe “joderse”?

Hay un elemento aún más complejo, que hace que esa breve frase, que apenas dura algo más de un segundo, se convierta en una broma de mal gusto: lejos de haber un amplio movimiento en contra de ella, parece ser que a los ciudadanos les gustó. De hecho, en esos días los números de la encuesta Cadem mostraron un retroceso de la opción en contra y un avance del “a favor”, acortando la brecha que al inicio del proceso parecía insalvable.

Las mediciones internas del comando A favor son más claras. Según aseguraron, un 63% de los consultados a través de redes sociales afirmaron que les generó simpatía el spot, versus apenas un 15% se manifestó en contra.

Esos números y el estrechamiento de la diferencia entre ambas posturas, para Roberto Izikson, gerente general de Cadem, obedecen a que “el A favor logró entender de mejor manera de qué se trata esta campaña”, la que -a su juicio- es mucho más política que la de 2022.

Pero precisamente para el proceso anterior, luego del trabajo de la Convención Constituyente -que generó tanta polarización como esta-, el expresidente Ricardo Lagos aseguró que se debía continuar con el trabajo, pues “una Constitución no puede ser partisana” y, por el contrario, debía unir a todo el país bajo su paraguas. Pero parece que no hay caso, los chilenos somos porfiados, tercos e individualistas. Y, además, tropezamos mil veces con las mismas piedras. Solo en algunos momentos de la historia, generalmente liderados por la juventud, nos acordamos de que vivimos en sociedad y que no somos entes que se rascan con sus propias uñas, ojalá hundiendo al otro para que no sobresalga.

Si seguimos así, lo único que concitará unidad en el intento de carta fundamental, será que todos debemos “jodernos” y aceptar que Chile seguirá siendo desigual, desconfiado, individualista y egoísta.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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