¿Feliz Día?

10 de Marzo 2024 Columnas

Esta semana se conmemoró un nuevo aniversario del Día de la Mujer. Pero, pese a los avances que innegablemente ha habido hacia una sociedad más igualitaria en términos de género, todavía como país ni siquiera hemos llegado a un consenso respecto de lo que significa esta jornada.

Seguimos en una dualidad en el que muchos igualan el 8M con el Día de la Madre, del Padre o cualquier otra festividad comercial. Desde temprano comienzan los saludos, las flores, los chocolates y no falta el que argumenta sobre la injusticia de que se “celebre” a las mujeres y no a los hombres.

Por otro carril corren quienes intentan en vano explicar por qué no corresponden los saludos ni regalos, sino la reflexión y la toma de conciencia. Al tratar de ilustrar al interlocutor o interlocutora (sí, también sucede entre las mujeres) más de alguna “pedagoga” habrá escuchado “ah, ya te convertiste en feminazi”, lo que frustra cualquier intento educativo.

Pocos saben que esta jornada tiene que ver con recordar a más de un centenar de mujeres que murieron a comienzos del siglo XX, un 8 de marzo, tras una protesta en una fábrica de Estados Unidos, producto de la brutalidad con la que se les reprimió por exigir derechos laborales. La mayor parte de esas operarias falleció luego de que se generara un incendio y no pudieran escapar, pues las puertas habían sido cerradas por fuera.

La rememoración de aquello debiera ser razón suficiente para evitar las flores y chocolates. Pero el avance en la concientización de la igualdad de género ha sido lento en todo el mundo, y también en Chile, donde todavía no solo persiste el debate popular, sino incluso desde sectores supuestamente más “pensantes”. Ejemplo de aquello es la invitación al conversatorio “¿Cómo sacar a tu hija del feminismo?”, que se viralizó en estos días y en el que participarán Vanessa Kaiser, PhD en Filosofía y Ciencia Política, y hermana del precandidato presidencial de ultraderecha, Johannes Kaiser; la brasileña Sara Huff, activista provida, y el “influencer” argentino Emmanuel Danann, quien ha sido tildado de misógino, antiderechos y negacionista, según recordó El Mostrador.

Pero pese a que a veces da la sensación de que se avanza un paso y se retroceden dos, desde el mayo feminista de 2018, el movimiento en Chile ha tenido una convocatoria creciente para conmemorar este día y mantener la igualdad de género en agenda.  Las jóvenes, no tan jóvenes e incluso niñas han internalizado la importancia de marchar, entre otros motivos, para no permitir que la lucha desaparezca.

Aquello ha colaborado en progresos concretos ocurridos en la última década, pero todavía falta mucho trabajo al respecto. Por considerar algunos datos, la Fundación ChileMujeres entregó en enero un estudio donde se muestra que menos del 40% de los puestos en empresas en Chile es ocupado por mujeres, porcentajes que no llegan ni al 20% cuando se analizan los integrantes de las altas gerencias y directorios.

Lo anterior se refleja también en el aumento de las jefaturas de hogar femeninas, que hacia 1990 representaban al 20,2% de los hogares del país, duplicándose hasta el 42,4% en 2017. Eso ha incidido también en los cambios de la pobreza asociada al género: según un estudio de la subsecretaría de Evaluación Social, en 2017, las familias lideradas por mujeres tenían una mayor tasa de pobreza por ingresos (9,2%), respecto de sus pares masculinos (6,4%). Lo mismo sucedía respecto de la pobreza extrema por ingresos (2,7% versus 1,8%).

Lamentablemente, la dualidad contradictoria entre quienes mantienen vigente el trabajo por la igualdad y los que todavía creen que el 8M es una celebración comercial, que amerita pasar la jornada deseando un “feliz día” urbi et orbe, continúa siendo una realidad vigente y lucrativa, que nada tiene que ver con la necesidad de que independiente de la identidad de género, las chilenas y chilenos nos reconozcamos como equivalentes, ganemos según nuestro trabajo, y seamos evaluados de acuerdo a méritos, no por lo que tenemos entre medio de las piernas.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

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