Que la ex Concertación vuelva a tener una candidatura presidencial DC puede representar dos cosas: o un visionario gesto de cordura histórica u otra señal más de descomposición de su proyecto político, erosionado desde hace más de una década por su obsesiva vocación por el suicidio.
En la próxima elección presidencial, el mundo opositor volverá a vivir uno de sus principales maleficios: la proliferación de candidatos decididos a convencer a la gente de la insolvencia transformadora de sus compañeros de ruta.
Es el sino eterno de los justificadores de la violencia, de los promotores del fanatismo y la intolerancia. El no haber puesto ningún límite, el haber justificado o guardado silencio frente a cualquier cosa, ahora le pasa la cuenta al FA y al PC. Hoy es su candidato presidencial el que se convierte en un símbolo de todo aquello que los violentos desprecian.
Con la legitimidad de la política por los suelos, con síntomas de polarización y deterioro institucional, grados inquietantes de normalización de la violencia y delirios refundacionales, un sector importante de la ciudadanía entregó hace una semana señales de una mínima moderación.
"Hoy, en los tiempos de globalización del capitalismo, cuando la tecnología digital revoluciona las comunicaciones y las redes sociales generan una nueva subjetividad, Cuba está condenada a despertar de su pesadilla".
El país será testigo, en las semanas que vienen, de si los integrantes de esa mayoría política que validó con su firma las actuales reglas del juego tendrán la valentía política y la estatura moral para defenderlas.
Todas las instancias y reglas quedaron establecidas en la ley de reforma constitucional aprobada por el Congreso. Por tanto, desconocer cualquier aspecto de esa reforma supone, entre otras cosas, inhabilitar el marco jurídico que hizo posible a los integrantes de la Convención Constitucional el ser electos e iniciar hoy sus funciones.
Como ha ocurrido tantas veces, la derecha vuelve a sentir que la única manera de rescatar algo de sí misma y del país que anhela es resignándose a votar por otros.
El triunfo de Claudio Orrego no dejó lugar dudas: para la derecha no es lo mismo un candidato de la ex Concertación que un representante del PC o el Frente Amplio.
El reposicionamiento de la DC, haber dejado atrás al menos en algo sus malos resultados en la elección de constituyentes, pasa a ser un elemento que marcará el escenario presidencial de las próximas semanas.
Sebastián Piñera se las arregló para terminar sosteniendo la institución presidencial, garantizando todos y cada uno de los procesos electorales y entregando el próximo 11 de marzo el mando a quien los chilenos elijan.