El problema no es del Presidente Boric, sino de aquellos que han estado dispuestos a someterse a todo lo que esto implica.Y que ahora no tienen vergüenza en reconocer que, para ellos, la propuesta emanada de la Convención es muy negativa para el país, pero igual van a votar Apruebo, porque no se atreven a tomar distancia de una historia que, en rigor, nunca ha sido la suya.
Son tiempos de alta volatilidad en materia de percepciones públicas. Sin ir más lejos, bastó un mensaje presidencial de buena factura y una emotiva cadena en horario “prime” para que según la encuesta semanal de Cadem, el respaldo al Presidente Boric saltara 8 puntos y la desaprobación cayera 10.
La jugada de La Moneda es, entonces, correr los riesgos que sean necesarios para ganar, porque la posibilidad de que termine imponiéndose el Rechazo, aunque todavía baja, ha empezado a asomarse en el horizonte.
Lamentablemente, el gobierno descubrirá que el único camino para restablecer el monopolio de la fuerza del Estado es duro y doloroso. Y que tiene costos políticos muy altos.
Sea cual sea el resultado del plebiscito, a la mañana siguiente la sociedad chilena seguirá viviendo la espiral de polarización, violencia y deterioro político que la ha marcado a fuego en los últimos años.
Esta aparente convicción presidencial sería lo que explica que los principales nudos de gestión -seguridad pública e inflación- hoy estén en manos de una “dupla socialista”: el subsecretario Monsalve y el ministro Marcel, vinculados a una centroizquierda con décadas de experiencia en el poder y en periodos difíciles.
Un gobierno no puede relativizar la gravedad de incumplir la ley y, menos, no perseguir a quienes la violan, sean camioneros, estudiantes o integrantes de una comunidad indígena.
Lo cierto es que la violencia no se irá; seguirá aquí extendiéndose en todas sus formas, como la principal mancha humana de nuestro tiempo, ahondando fracturas históricas e impidiendo encontrar solución a los problemas que nos aquejan.
Una Constitución que no se pregunta por los recursos necesarios para financiar los derechos que garantiza solo puede ser un burdo compendio de literatura fantástica; algo en lo que América Latina ha confirmado ser bien prolífica.
En apenas un mes, el gobierno se autoinfligió daños severos en la línea de flotación de los principales ministros del gabinete, la jefa del comité político y la cabeza del equipo económico.