Resiliencia

5 de Marzo 2023 Columnas

El Imacec de enero sorprendió con una cifra positiva, abriendo la posibilidad de que la contracción económica proyectada para 2023 sea menos severa. Días atrás, la agencia Bloomberg señalaba que “Chile está recuperando su puesto como el país más seguro para invertir en América Latina”.

Entre los factores de esta aparente resiliencia está, sin duda, un contexto internacional donde los impactos más duros de la pandemia y la guerra en Ucrania empiezan a quedar atrás; la economía de EE.UU. muestra un dinamismo mayor al esperado; China vuelve a crecer impulsada por el desconfinamiento, haciendo subir el precio del cobre; Europa reduce su dependencia de los combustibles rusos, a lo que se agrega una menor presión sobre los alimentos básicos a nivel global. En pocas palabras, el mundo está ayudando a que la economía interna empiece a cambiar de perspectiva.

Todo eso es cierto, pero si en Chile se ha producido en los últimos meses algo parecido a un punto de inflexión -cuestión que aún no se puede asegurar-, la razón es principalmente política. Y en primerísimo lugar se encuentra el cambio de clima y de expectativas generadas en el mundo privado por el triunfo del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre. Un resultado que vino a sepultar el proyecto político encarnado por el actual gobierno, y que forzó una espiral de realismo y moderación que todavía no termina de asentarse. El obligado cambio de agenda, de elencos y perspectivas en el oficialismo es, en realidad, lo que ha terminado por darle un respiro a la economía; un respiro acotado e incierto, pero que abrió un escenario muy distinto al que habría implicado una victoria del Apruebo.

A ello debe agregarse un factor que, por elemental, pareciera no aquilatarse lo suficiente en este cambio de contexto: desde el 11 de marzo del año pasado que no hay en Chile una oposición que esté disponible para deteriorar el orden público y el estado de derecho, con la sola finalidad de dañar a sus adversarios en el poder. Ahora, los que hasta hace poco rechazaban los estados de excepción para combatir la violencia en la Macrozona Sur, los avalan; los que impedían que las FF.AA. controlaran las fronteras para frenar la inmigración ilegal, las despliegan; los que votaban a favor de los retiros de fondos previsionales, los rechazan; los que celebraban el “parlamentarismo de facto”, hoy defienden las atribuciones y prerrogativas del Presidente de la República, entre muchas otras cosas.

Con todo, es innegable que Chile está muy lejos de haber superado el profundo ciclo de deterioro político, económico e institucional en que se encuentra. Y, a la luz de lo observado en América Latina, no es seguro que vaya a conseguirlo. Pero si hay algo parecido a la resiliencia en el comportamiento de algunas variables económicas de los últimos meses, es porque hoy el cuadro político es radicalmente distinto al que parecía el más probable cuando Gabriel Boric llegó a La Moneda.

Publicada en La Tercera.

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