Escuela de Periodismo UAI. Ex Jefa de prensa de Senador Ricardo Lagos W. Anteriormente trabajó en la sección política del diario la Segunda y en la revista Qué Pasa.
Aquí no hubo ningún sector político tradicional que ganara nada. Se trató más bien de la ciudadanía, del famoso “pueblo”, que –así como viene actuando de manera inorgánica pero muy clara desde el estallido social- no confió en el trabajo hecho por la Convención.
Hoy el Mandatario deberá mostrar que es el “jefazo”, manteniendo un espíritu dialogante y moderado, aun cuando Jadue insista en las críticas y el PC constantemente lo torpedee.
¿Podremos tener por primera vez en nuestros 200 años de historia una Constitución, cualquiera esta sea, que surja desde el pueblo y sea producto del debate y la unidad?
Aquí no hay un triunfo del país ni de la derecha, sino una derrota de la izquierda y del país, que seguirá en un proceso constituyente por un buen rato todavía.
Lo único claro a estas alturas es que la aventura telefónica de la exministra de Desarrollo Social le puede costar cara al presidente Boric y solo agregó más pelos a la sopa en un tema que de por sí ha sido uno de sus talones de Aquiles. Flaco favor para el Apruebo y el gobierno, a solo una semana del plebiscito.
Hasta ahora se dice que las modificaciones serán después del plebiscito, pero la pausa reflexiva del gobierno con miras a las definiciones constitucionales se está convirtiendo en un pesado chaleco de plomo para el Mandatario y su intención de cambiar Chile.
Lo que los chilenos demandaban luego del 2019 tenía que ver con la esperanza de un país mejor. Pero esa promesa es precisamente la que se desvaneció luego de que la Convención no lograra concretizar esos anhelos.
La soberbia juvenil, el mesianismo y la superioridad moral que ha caracterizado a esta nueva generación que llegó a La Moneda se ha convertido en su peor enemigo político.
En este panorama, se mantiene la duda en cuanto a cómo y bajo qué parámetros el chileno de a pie podrá informarse realmente respecto de la nueva Constitución y lo que de verdad significará su voto el próximo 4 de septiembre.
Lo que hay que pensar ahora es cómo se genera lo que en realidad la ciudadanía quería: un texto que se haga cargo de las demandas transversales y no las de un sector político, cualquiera este sea.
Esta ceremonia que debiera haber sido una fiesta de todos los chilenos y chilenas, y que tenía que ser un hito de Estado, termina convirtiéndose en un evento de nicho, en el que no todos caben y donde no queda claro un concepto que será esencial para el plebiscito: esta Constitución debe ser la casa de todos y todas.