Por ahora, hay una sola causa que une a todos los consumidores habituales y esporádicos de marihuana: que el Estado deje de tratarlos como delincuentes.
Si todos quedan en una buena posición, nadie queda en una buena posición. No, al menos, en un sistema competitivo de mercado cuyas posiciones más apetecidas son limitadas.
Las democracias de hoy son gradual pero sistemáticamente socavadas por populistas con desvaríos autoritarios que, sin embargo, conservan la fachada institucional de una democracia liberal.
Piñera se aprendió el libreto: a diferencia de Michelle Bachelet, sugirió, él se pondría siempre del lado de sus compatriotas y no del lado de los organismos internacionales.
El Estado está legitimado para establecer y hacer cumplir un currículum mínimo que, entre otras cosas, enseñe el consenso científico respecto del origen de la biodiversidad.