Escuela de Periodismo UAI. Ex Jefa de prensa de Senador Ricardo Lagos W. Anteriormente trabajó en la sección política del diario la Segunda y en la revista Qué Pasa.
La información diaria se ha convertido en una sarta de números vacíos que cada vez llegan menos a la ciudadanía, sin creatividad ni preocupación por una comunicación de riesgo que realmente le haga sentido a los chilenos.
Como sociedad nos escandalizamos cada tanto, pero no tenemos una postura común respecto de estos hechos y desde la clase política muchas veces algunas situaciones se matizan con explicaciones justificantes, mientras otras son cuestionadas. Pero no hay una vara común.
En la pugna economía-control de la pandemia el gobierno ha caído en el error de privilegiar la primera en detrimento de la segunda, mientras que los ciudadanos muestran signos de cansancio ante las medidas restrictivas y se resisten a seguirlas.
La delincuencia continúa y en la vida real, lejos de los flashes, los volantes y los debates televisados, se trata de un mal que los chilenos no tenemos cómo paliar. Al parecer, el gobierno tampoco.
Tan extenso como serán las papeletas que deberá digerir cada votante, considerando que además de presidente, en noviembre se elegirán diputados, senadores y consejeros regionales.
Paula Narváez no solo deberá hacer frente a la fragmentación de la oposición y tratar de congeniarse con las cúpulas partidistas, sino darse a conocer ante el votante.
La lógica debiera dictar que la redacción de un texto constitucional, que nos regirá por los próximos 30, 40 o 50 años y que no abarca materias de fácil digestión, debiera tener una alta dosis intelectual y experiencia, “calle” que le llaman ahora, de manera de que se basen en el conocimiento profundo y no en “tincadas”, eslóganes o percepciones superfluas.
Ante un inminente estado de cuarentena en la región, queda la duda de qué efecto real tendrá en los ciudadanos, en medio de un ocaso de las medidas restrictivas, la inmovilidad del gobierno y una carencia total de autorregulación por parte de los ciudadanos.
Lo que parece cuestionable es precisamente eso: ha pasado ya un año y dos meses, y la lentitud de estas indagaciones no se condice con un sistema supuestamente moderno y donde las garantías de los acusados deben también ser consideradas.
La excesiva apuesta por personalismos, como Giorgio Jackson y Gabriel Boric en un comienzo, y la variación en estos hasta llegar a personajes como Pamela Jiles, con niveles de individualismo populista preocupantes incluso para la democracia, son elementos que fueron perforando la unidad de una coalición cuyos cimientos parece que no eran tan sólidos.