Hacia una psicología situada en un contexto global

5 de Mayo 2021 Columnas

El año 1992 un grupo de científicos publicó la “primera alerta a la humanidad” en relación al camino que se estaba tomando en relación a los temas ecológicos y medio ambientales. El mensaje sugería cambiar el rumbo frente al colapso ecológico venidero, incluyendo temas como el control de la natalidad, la reducción del uso de combustibles fósiles, etc.

En 2017 se publicó una segunda advertencia, apoyada por más de 15,000 científicos. Aquí se incluyó la urgencia de incorporar acciones como la educación acerca de la naturaleza y la promoción de una mayor participación de la sociedad en la apreciación del mundo natural.

Los datos respecto a los efectos de nuestras sociedades humanas en el planeta son extensos y de público conocimiento. El año 2000 el químico holandés y premio nobel Paul Crutzen acuño el término “antropoceno” para referir a esta era de la historia planetaria marcada por nuestra gran influencia sobre la Tierra.

En este contexto de grandes cambios cabe preguntarse qué rol juega la psicología. En 2011 un artículo de la revista American Psychologist indica que los cambios globales tendrán un significativo efecto negativo en la salud mental y bienestar, impactando mayormente a quienes tienen condiciones pre-existentes y poblaciones vulnerables. El equipo investigador llamó en este artículo a tomar una postura ética respecto a esta realidad y a tomar acciones que permitan minimizar el daño psicológico asociado a la crisis ecológica. Invitaron a desarrollar y mejorar las intervenciones a través de la práctica e investigación psicológica.

El actual escenario abre un espacio para promover el diálogo, desarrollar investigación y programas que exploren los puentes entre la psicología y temas vinculados a la naturaleza. Estos puentes son transdisciplinares y nos invitan a co-construir intervenciones para disminuir el malestar, incrementar el bienestar, y probablemente incorporar elementos de trabajo con comunidades, identidades colectivas, relación con territorios, promoción y cuidado de culturas locales y saberes de cada territorio, el respeto de la ritualidad, así como muchos otros elementos que forman parte del bienestar.

Urge la necesidad de adquirir habilidades para trabajar con estos asuntos. Pareciera que ya no basta con “psicologizar” estos temas, como si de un simple problema individual subjetivo se tratase, pues el malestar asociado a la crisis global es compartido y también es un efecto natural de experimentar eventos que están cambiando la forma en que hemos vivido hasta aquí.

Pareciera que educar en relación a asuntos ecológicos y medio ambientales, así como el desarrollo de intervenciones prácticas y la facilitación de experiencias en la naturaleza que permitan crear un vínculo afectivo con el mundo natural toman relevancia y aparecen como una necesidad ética urgente.

Publicada en El Mercurio Valparaíso.

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