¿Qué es lo opuesto a la confianza?

15 de Noviembre 2019 Columnas

No cabe duda de que en estas semanas más de alguno de nosotros se ha puesto a pensar qué nos sucedió, qué nos está pasando y, cómo podemos salir de esta crisis. La semana pasada tuve la oportunidad de participar en Argentina de una conferencia sobre prácticas dialógicas en diversos contextos. En contacto con profesionales y académicos de diversos países, muchos nos preguntaron una y otra vez ¿qué nos está pasando? Y, la verdad, es que no supe cómo responder a ello. Sin embargo, poner en diálogo la dialiogicidad y su papel en la construcción de la confianza, me dio algunas luces para abordar la situación del país.

En uno de los talleres en los que pude participar, la psicóloga social Ivana Marcova, profesora emérita de la Universidad de Stirling en el Reino Unido y una de las mayores autoridades en temas de dialogicidad, nos propuso el ejercicio de buscar el opuesto de la confianza.

En su taller, había planteado previamente una distinción clave: diferenciar la confianza interpersonal, característica de una dimensión micro social, de la confianza institucional propia del ámbito macro social. Y en ello nos propuso que el opuesto a la confianza interpersonal, más que la desconfianza, era el miedo, del mismo modo que el opuesto a la confianza institucional sería el peligro. En un caso, entonces, las estrategias para la superación del miedo y la recuperación de la confianza podrían ser la co-acción, la conversación y la interacción, en tanto que, a nivel societal la clave para la recuperación de la confianza es la institucionalidad. Pero probablemente no cualquier institucionalidad.

Lo que hemos estado viviendo en Chile las últimas semanas, desde mi punto de vista, no ha devenido en una pérdida de la confianza. Más bien, si uno toma los distintos estudios que han salido en estos días, es la pérdida de confianza entre nosotros y entre las personas y las instituciones, la que está poniendo en jaque el frágil tejido social de la sociedad chilena.

Si esto fuese así, la toma de conciencia de lo que nos separa, nos desune y nos fragmenta, parece no ser suficiente para afrontar los desafíos que tenemos por delante. Requerimos reconocer nuestros miedos, nuestro aislamiento social y nuestra sobrevaloración de lo individual y de lo propio, para poder establecer acciones que nos permitan desarrollar una acción conjunta que haga posible otro Chile.

Pero también nos debemos desafiar a recuperar y reconstruir la confianza en las instituciones, puesto que la única manera de superar el peligro, la sospecha y la inseguridad es reconocer que la confianza es dependiente del contexto y que le es propio una dimensión reflexiva.

De allí que preguntarnos seriamente en qué país queremos vivir y qué sociedad vamos a construir es clave. Comenzar por nosotros mismos, nuestras relaciones y nuestra manera de vivir, es central para poder construir la nueva institucionalidad que nos debemos dar.

Publicada en La Segunda

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