¿Cómo identificar la manera en la que los seres humanos se adaptan y desarrollan en diversos contextos socio-culturales? En un simposio que se desarrolló en campus Viña y Santiago, las y los académicos UAI David Huepe, Nuria Carriedo y Odir Rodríguez Villagra presentaron los últimos estudios sobre perfiles de adaptación en poblaciones vulnerables, el rol de las funciones ejecutivas y el pensamiento mágico y creencias en la adaptación social.
Y es que desarrollar estudios que nos permitan conocer las variables contextuales, los procesos cognitivos y las habilidades socio-cognitivas que facilitan o desfavorecen la adaptación de las personas en contextos de vulnerabilidad social, es cada día más relevante, así lo indicó Odir, investigador del Centro de Neurociencias Social y Cognitiva UAI y del Instituto de Investigaciones Psicológicas de Costa Rica, quien además presentó sus hallazgos relacionados con la empatía afectiva y la adaptación social: “En nuestro estudio la empatía afectiva fue caracterizada como la habilidad que tienen las personas para “sentir” de manera precisa las emociones y los sentimientos que las demás personas experimentan en diversas situaciones. Nuestro modelo de ecuaciones estructurales demostró una relación negativa entre la empatía afectiva y la adaptación social. Es decir, aquellas personas que mostraron mayores niveles de empatía afectiva mostraron menores niveles de adaptación social”.
Por otra parte, Nuria Carriedo, investigadora del Centro de Neurociencias Social y Cognitiva UAI y académica de la UNED – España, cuenta que la evidencia obtenida en sus estudios le ha permitido caracterizar diferentes perfiles de personas adultas que viven en entornos de vulnerabilidad y analizar si son predictivos de diferentes grados de adaptación psicosocial, entre sus hallazgos cuenta que “Los dos perfiles identificados fueron validados externamente –mediante el análisis de su valor predictivo en relación con pruebas de adaptación social y bienestar psicológico- e internamente mediante machine learning. Los resultados tienen importantes implicaciones prácticas tanto para la intervención como para la prevención de problemas de adaptación psicosocial porque señalan no solo factores de riesgo de sino también factores protectores de la desadaptación, incluso en situaciones de adversidad”.
David Huepe, Director del Centro de Neurociencias Social y Cognitiva UAI exploró una arista distinta, que tiene relación a cómo se relacionan el pensamiento mágico y las creencias paranormales en la adaptación social. Entendiendo como creencias todos aquellas supersticiones o pensamientos paranormales, por ejemplo creer que pasar bajo una escalera es mala suerte, o en la existencia de fantasmas. La evidencia, según indica David, permite dilucidar que “personas que están en situaciones de vulnerabilidad social, pueden ser víctimas de timo de parte de inescrupulosos que juegan con las expectativas y creencias, así como también, tomar malas decisiones o postergar acciones que se deben tomar, dado que esperan que las cosas sucedan por causas ajenas a sus propias iniciativas”, y esto en psicología es parte de lo que se considera como “el locus de control externo”, es decir, que los eventos y circunstancias de mi vida, están completamente fuera de mi control o incidencia o, en manos del azar u otras entidades.
En específico, los primeros resultados del estudio muestran que “efectivamente considerar el “sentido religioso como central en sus vidas” se ha correlacionado positivamente con la adaptación social, menor estrés percibido y mayor bienestar psicológico. Sin embargo, por otro lado, “pensamiento mágico” fue negativamente asociado a las mismas variables previamente señaladas, esto es, menor adaptación social, menos bienestar psicológico, mayor estrés percibido, incluyendo menor salud general, esta última, más acentuada en población socialmente vulnerable”. Estos primeros hallazgos apuntan hacia la hipótesis general de la investigación que sugiere que niveles de pensamiento mágico y creencias paranormales predicen negativamente la adaptación social en personas que viven en contextos de vulnerabilidad social.
