Hace casi una década, el académico e investigador de la Escuela de Psicología, David Huepe, investigan las capacidades de adaptación social en personas que viven en contextos socialmente vulnerables -esto es, bajo nivel socioeconómico, menor capital cultural, problemas sociales como inseguridad, privación social temprana, pobreza, estrés social crónico, violencia, aislamiento y soledad, entre otros-.
David, cuenta que “queríamos ahondar en particular sobre cómo habilidades de cognición social específicas son críticas para integrarse socialmente y adaptarse al contexto. En estudios previos de corte correlacional (estudios de campo), hemos encontrado que la regulación emocional, procesamiento emocional e interoceptivo, así como habilidades empáticas son fundamentales para facilitar procesos vinculares y adaptativos”, explica, sin embargo, para conocer más bien cuáles son los mecanismos neurales y sociocontextuales que facilitan estos procesos, necesitamos de diseños experimentales que permitan arrojar mayor información sobre las relaciones entre tales capacidades y el contexto donde se despliegan, en particular, considerando los determinantes sociales de la salud (DSS) que juegan un papel tremendamente importante.
El proyecto adjudicado busca conocer cómo la empatía es influenciada por estos factores y también cómo la sensibilidad interoceptiva (entendida como la capacidad de censar y sentir las sensaciones corporales internas) es afectada igualmente. “Estos componentes también se relacionan a las habilidades de procesamiento emocional, las que serán estudiadas a través de la capacidad de reconocimiento emocional a través de rostros así como el estudio de emociones más complejas en contextos sociales, como la envidia y shadenfreude (que es la sensación de placer ante la desgracia de otro)”, cuenta el experto.
Esta investigación se llevará a cabo mediante la realización de dos estudios: uno de empatía y sensibilidad interoceptiva y, el otro, sobre procesamiento emocional. Cada uno con dos experimentos que consideran diseños de mayor validez ecológica, dado que se realizarán in situ en contextos considerados socialmente vulnerables. Para ello se utilizarán medidas de autorreporte pero sobre todo, tecnología móvil para obtener medidas de actividad fisiológica -EKG- (frecuencia cardiaca, sistema Biopac), y cerebral, a través de Electroencefalografía móvil (MoBi).
“Este es el primer estudio que propone evaluar el rol de los determinantes sociales de la salud (DSS) sobre habilidades socioemocionales en contextos socialmente vulnerables de manera experimental y con mayor validez ecológica en la toma de datos”, agrega David. Este estudio permitirá comprender el rol que juegan los procesos socioafectivos en entornos vulnerables, además de sugerir lineamientos para la política pública y el trabajo en comunidades vulneradas. “Entender y comprender que tipo de emociones y habilidades empáticas son más adaptativas, permitirá en un futuro modelar tales capacidades con el fin de trabajar sobre ellas, y de esta forma, facilitar procesos de mayor autonomía, regulación emocional y adaptación social” es parte de los objetivos del estudio, según acota David Huepe.
El proyecto es desarrollado en conjunto con los investigadores del Centro de Neurociencia Social y Cognitiva (CSCN UAI) Agustín Ibáñez, Vicente Soto y Gorka Navarrete, además de la colaboración de la investigadora de la Universidad Finis Terrae, Dra. Natalia Salas.