¿Y por qué no?

26 de Marzo 2017 Columnas Noticias

Las palabras del exministro de Salud de Sebastián Piñera Jaime Mañalich, respecto de la intención de Beatriz Sánchez de pensar en una candidatura presidencial llaman la atención. Primero, porque su frase “el Estado hoy puede ser conducido por aficionados”, habla de una fisión absolutamente añeja de nuestro país, en la que sólo una pequeña y beneficiada minoría oligárquica puede aspirar a conducir a los chilenos. Pero además, hace recordar tiempos pocos felices, cuando sólo algunos podían “salvarnos” desde Palacio y, por supuesto, en ese selecto grupo no se incluía a las mujeres ni a ninguno que no perteneciera al círculo del poder. ¿Cuál es la expertise que tiene Mañalich sobre Sánchez? ¿Es porque él es médico y ella periodista? ¿O porque él es hombre y ella mujer? Sin caer en la lógica del feminismo versus el machismo sería interesante que, más allá de la cuña periodística, el ex secretario de Estado explique a qué se refiere. No queda claro por qué Ricardo Lagos puede ser “apto” para gobernar (abogado), al igual que Sebastián Pinera (ingeniero comercial) o incluso Michelle Bachelet (médico), pero a la hora de hablar de Beatriz Sánchez, el problema es que ella es “aficionada”.

Si la crítica apunta a que la comunicadora no ha sido parte de la élite política de los últimos 40 años y no se ha rotado los cargos de poder, entonces quizás tengan razón. Ella no se ha mudado entre el Congreso y La Moneda, reiterativamente, intercambiándose los cargos desde el ’90 a la fecha. Pero, lamentablemente para Mañalich, la Constitución no establece que para ser candidato a la Presidencia haya que tener “experiencia” como senador diputado o miembro de alguna comisión política. Por el contrario sólo exige tener más de 35 años, ser chileno y ciudadano con derecho a voto.

Cuando además el exministro agrega que “es bonito gesto poner una figura ahí, pero no es en serio”, parece que no ha leído lo que sucedió en Valparaíso en las elecciones pasadas, cuando un exdirigente estudiantil logró imponerse -gracias al respaldo de distintas organizaciones y, en particular, de Gabriel Boric – a los dos grandes conglomerados políticos y ser electo en uno de los municipios más complejos del país. Hoy Jorge Sharp es el alcalde porteño, aunque quizás, según Mañalich, no pasaba de ser “un bonito gesto”.

Las mismas dudas quedan en el aire al escuchar la entrevista que dio el exministro de Pinochet y hoy columnista, Sergio Melnick quien dice que tanto Beatriz Sánchez como el sociólogo Alberto Mayol “son personas interesantes, pero no tienen las competencias para ser presidente”. ¿Cuáles son esas competencias? ¿Sólo las pueden tener quienes han pertenecido a la élite política durante décadas? ¿O es que un sociólogo y una periodista no tienen los pergaminos suficientes? ¿Por qué? En un país que se dice “en camino” al desarrollo; donde la equidad e igualdad de oportunidades es discurso obligado de las campañas políticas de absolutamente todos los candidatos; donde la frase respecto de cómo los hijos de la señora Juanita deben tener las mismas posibilidades que alguien que nació en un espacio acomodado de la sociedad, es tan frecuente como el “vote por”, este tipo de comentarios duele. Enoja. Y avergüenza.

Porque más allá de si Beatriz Sánchez tiene las competencias necesarias para dirigir un país, lo cierto es que su decisión de “pensar” en la candidatura logró mover el piso político nacional justo cuando Piñera aceptaba una candidatura que, en realidad había comenzado hace rato. Permitió además que el Frente Amplio diera un golpe a la cátedra, convenciendo a una líder de opinión, progresista, viñamarina y defensora de las regiones, para que dejara su espacio de confort y decidiera meterse en un mundo que no es amable, ni sincero, ni justo, como lo es la política.

En cuanto a sus proyectos, eso está por verse. No se le puede pedir que tenga un programa de gobierno listo a cinco días de haber dicho que acepta pensar en la candidatura. Pero al menos Sánchez debe tener la oportunidad, como la tienen Piñera, Lagos Insulza, Goic y un largo listado más, de soñar este país, de proponer, de imaginar colectivamente, sin que se la trate de “aficionada”.

Si, además, existe la posibilidad que Sánchez o incluso Mayol logren salir del 40% de votantes “cautivos” -como lo hizo Sharp en Valparaíso- y apuntar a ese 60% que no quiere sufragar, ¿por qué no? ¿O es que sólo las vacas sagradas pueden aspirar a gobernar Chile?

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