Valparaíso se diferencia de la mayoría de las ciudades de Chile porque no fue fundada de manera formal y no contó con una planificación por parte de la autoridad. No hubo una división del espacio en manzanas con una plaza en el centro y los principales edificios a su alrededor, por el contrario Valparaíso en una constante ha crecido de forma anárquica, generando una serie de inconvenientes como los que se observa en la prensa decimonónica.

También hay que considerar que presenta condiciones que son similares a la de todos los puertos, esto es, lugares en los que circula una gran cantidad de personas que sólo están de paso y donde es difícil aplicar políticas públicas, lo que redunda en inseguridad, peleas, ebriedad, prostitución y robos.

A esto se suma la falta de recursos y de visión para abordar los problemas a largo plazo, lo que genera que, constantemente, sus habitantes estén siendo víctimas, aunque a veces también cómplices, de algunas desgracias, como ocurre con los incendios.

Es interesante la visión elitista de la prensa del siglo XIX para criticar, juzgar y celebrar las desgracias de aquellos a quienes se consideraba vagos y delincuentes, sin analizar las causas de estos inconvenientes. Otro tanto sucede con la falta de agua, aunque se solucionó a fines del siglo XIX con la construcción de cañerías, es una realidad que sigue estando presente en la periferia.

Asimismo, desde la segunda mitad del siglo XIX la prensa adquiere una forma que se asemeja bastante a la que observamos en la actualidad. El criterio es similar: son noticia los problemas de salubridad de segundad, accidentes, etc.

Un párrafo especial para los perros. He tenido la suerte de viajar a países menos desarrollados que Chile y en ninguno he visto la cantidad de perros que existe en Valparaíso.

Su permanencia y la denuncia constante de esta grave situación en la prensa porteña durante casi dos siglos, es la mejor demostración de la incapacidad y falta de voluntad de las autoridades por poner fin a algunos problemas.