Manolo González, el humorista que “desafió” a Pinochet en el Festival

24 de Febrero 2019 Columnas

 Corría el año 1978 y el Festival de Viña del Mar se había transformado en un espacio favorable al Gobierno Militar. En la memoria reciente, estaba la interpretación de “Libre” a cargo de Bigote Arrocet, cantando de rodillas frente al general Augusto Pinochet y su esposa Lucía Hiriart en 1974.

Habían pasado tan solo algunos años desde el Golpe Militar y, en medio de un clima de tensión, un viejo humorista, Manolo González, se atrevió a hacer lo que parecía vedado, reírse de la Junta Militar y, específicamente, de Pinochet.

El mito cuenta que luego de su imitación al general, la transmisión se cortó de forma abrupta y el país recordó que los militares no estaban para bromas, menos en un espacio abierto que llegaba, en vivo y en directo, a Chile y al mundo. Manolo González se transformó en un símbolo de valentía, un humorista que, detrás de su disfraz de bufón, estaba dispuesto a sacrificar su vida por desafiar a la Dictadura.

¿Qué dijo realmente Manolo González? ¿Cuál era su relación con el Régimen? Y, por último ¿Por qué lo censuraron? El primer dato que hay que tener en cuenta es que Manuel Carrasco González, hijo de un agricultor del sur, había ingresado a la Escuela Militar donde alcanzó a estar cuatro años, hasta que fue sorprendido haciendo un show con su uniforme, razón suficiente para ser expulsado de la Escuela. Luego trató de ejercer algunos trabajos burocráticos, sin éxito, hasta que renunció para dar curso a su vocación: hacer reír. Se destacó en algunas películas chistosas y en espectáculos de humor, los que finalmente lo terminaron catapultando a la Quinta Vergara.

Así llegó a su recordado show de 1978. Frente a él estaba nada menos que uno de los miembros más emblemáticos de la Junta, el almirante José Toribio Merino que reía con cada uno de sus chistes mientras sacaba algunas fotos.

González festinó con Ray Connifff, que estaba de jurado ese año, y con Estados Unidos y su presidente. Luego preparó el camino para lo que se venía: “Yo me imagino integrando la Junta, cómo nos habríamos reído de los problemas. Esa es la imagen de Chile, señores, nuestros militares aceptan el chiste positivo, no destructivo”. Así hasta que llegó la imitación que interrumpió su show: ¡¡¡He lleeeegado hasta Taltal!!! Exclamó con el característico tono de voz de Pinochet y la transmisión se interrumpió. Nadie más, salvo quienes estaban en la Quinta, supieron cómo terminó su espectáculo, tejiendo un manto de dudas sobre el resto de su actuación.

A Manolo González se le acabó la sonrisa cuando, después de su show, se enteró que había sido censurado. La pueril excusa de los organizadores era que había nombrado marcas comerciales distintas a los sponsor, lo que habría molestado a los auspiciadores. El diario La Estrella avaló la teoría y, aunque prometió publicar la rutina completa, omitió los chistes políticos.

El mismo González declaró al vespertino: “El chiste en que yo le hago una pequeña imitación a mi General Pinochet yo lo hago delante de él, porque el General Pinochet es un hombre con sentido del humor…Entonces están estableciendo una imagen de Chile, de que los militares no toleran nada y eso es lo que hace al extranjero y quiero borrar eso”.

 No se pudo conocer, entonces, lo que vino después, una larga perorata a favor de los militares y del Régimen: “Ustedes saben que a los grandes hombres se les hace una caricatura o una imitación, pero no se hieren. No se hieren por ningún motivo y yo como chileno jamás tendría una palabra o una cosa hiriente a mi general Pinochet que me eduqué con él y con mi general Benavides”.

Contrario al mito que se armó de él, la verdadera historia de González era que su historia estaba ligada a los militares y era un invitado habitual a sus ceremonias. Quienes lo censuraron, lo hicieron pasmados por el miedo de lo que podía decir, ignorando que terminaron logrando el efecto contrario, favorecieron la imagen de una Dictadura opresora, crearon un mito sobre el humorista y perdieron la oportunidad de haber dado espacio a una apología del Régimen, justo cuando el humorista había logrado la atención del público.

Publicada en El Mercurio de Valparaíso.

 

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