Luis Uribe, el héroe que no murió

27 de Mayo 2017 Columnas Noticias

Arturo Prat es un personaje extraordinario. Su figura ha eclipsado a otros hombres notables a los que les tocó la fortuna de no morir en el combate del 21 de mayo. Uno de ellos es Luis Uribe, compañero de generación de Prat. Ingresaron juntos a la Escuela Naval cuando Uribe tenía apenas once años, ambos apadrinados por el padrastro de Uribe, Jacinto Chacón, el año 1858.

Su madre, Rosario Orrego, rompió paradigmas en un siglo en el que las mujeres estaban recluidas en el hogar. A los 14 años, Rosario se casó con Juan José Uribe, con quien tuvo cinco hijos, quienes no fueron impedimento para que se dedicara a la afición de escribir, lo que le valió el mérito de ser la primera mujer en ser incorporada como miembro honorífico en la Academia de Bellas Artes. Cuando enviudó, se casó con Jacinto Chacón, un destacado intelectual de la época, con quien coincidía en su afición por la escritura.

En ese ambiente cultural se crió Uribe. Por esto, al igual que Prat, se interesó por el estudio y otras áreas, como la hidrografía, respecto de la cual escribió un manual en 1875. Su carrera pudo haber terminado abruptamente cuando desobedeció una orden, estando en Inglaterra, al casarse con una viuda sin la autorización de su superior. Aquí vemos otro rasgo extraordinario de Prat, quien, exponiendo su carrera, prefirió defender a su amigo y compañero en un consejo naval acostumbrado a dar la razón a los superiores. Contra todo pronóstico, y luego de una defensa brillante, Uribe pudo continuar en la Armada.

Las vicisitudes de la historia reunieron nuevamente a Arturo Prat y Luis Uribe en el mismo barco el 21 de mayo de 1879. Uribe era el segundo a bordo, el hombre encargado de tomar el mando si algo le sucedía a su Comandante. Y así fue, tan valiente como Prat resultó Uribe, que mantuvo la decisión de su compañero de no rendirse, pese al escenario horroroso que luego describió: “era aquello un espectáculo horrible de cráneos, brazos, piernas, etc., sembrados por todas partes”.

Gran parte del relato con que se ha reconstruido la acción heroica de Prat se lo debemos a Uribe que, de forma objetiva, informó de lo sucedido con mucha humildad y sin ninguna pretensión de grandeza.

Después del combate, Uribe fue tomado prisionero por los peruanos y regresó a Chile, luego de ocho meses. Concluida la guerra, evitó participar del ferviente nacionalismo que quería destacarlo como un héroe en vida. Rehuyó los actos y se volcó a la actividad política y escritura de la historia, que tanto le gustaba. Llegó a publicar una decena de obras relacionadas con la historia naval y marítima de Chile.

Siguió ligado a la Armada hasta 1899, donde se desempeñó, además, como director de la Escuela Naval y Comandante General de Marina. Un rasgo interesante: mientras estuvo activo participó en la fundación de Círculo Naval y de la Revista de Marina junto a un grupo de oficiales y académicos que consideraban que era fundamental profesionalizar a la Armada por el camino de la ciencia.

Ya retirado, fue miembro activo de los círculos sociales en beneficio de los desposeídos en una época en que la cuestión social comenzaba a ser un problema insoslayable. Falleció en 1914, antes de cumplir los setenta años. A raíz de su muerte, el diario La Unión destacó que Valparaíso le fue deudor de innumerables beneficios y que no había obra de adelanto que no estuviera ligada al “glorioso almirante”.

Después del 21 de mayo de 1879, cuando el país se vanagloriaba en la gesta de Prat y las victorias militares en el norte, la vida de Uribe buscó un rumbo distinto, uno que le hiciera olvidar los horrores de la guerra.

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