Los primeros censos

19 de Abril 2017 Columnas Noticias

La historia de los censos nos podría remontar hasta la antigua Roma, pero si queremos comprenderlos en su sentido moderno, basta con retroceder a la época de la Ilustración y el interés por observar, medir y fijar normas que permitieran optimizar los recursos. En el caso americano, las reformas llegaron de la mano de la dinastía de los Borbones y su necesidad de aprovechar los recursos a favor de la Corona.

Una vez alcanzada la independencia, el Estado chileno se encontraba en ciernes hizo sus primeros intentos por conocer el número de habitantes. Juan Egaña, por orden de la Junta de Gobierno, levantó un censo en 1813. El dato preliminar con el que contaban era la medición hecha bajo el gobierno de Jáuregui en 1778, que determinó que la población del territorio alcanzaba los 259.646 personas, divididas en 190 mil blancos, 20 mil mestizos, 22 mil indios y 25 mil negros. Dos censos posteriores en los que se descontó Cuyo y agregó Chiloé, entre 1791 y 1796, contabilizaron 405.350 habitantes.

El estudio de Egaña sumó para Valparaíso 5.317 personas. La mayoría de los hombres y mujeres se encontraba en el rango de quince y treinta años. Según “castas”, la mayoría eran españoles y extranjeros europeos, seguidos de cerca por españoles americanos. 546 fueron catalogados como indios, 554 mestizos, 172 mulatos, los negros se dividían en 21 hombres y 34 mujeres, mientras que solo un hombre se anotaba en la condición de “español asiático o canario y africano”. Respecto a las profesiones, había un párroco, dos clérigos, 6 hacendados, 21 religiosos, 22 labradores, 83 peones, 88 pescadores, 131 jornaleros, 144 artesanos, 151 marineros y el mismo número de esclavos versus 163 criados libres, 164 comerciantes, 487 milicianos y sólo uno que se inscribía en la condición de “profesores literatos y estudiantes”, dando cuenta el estado paupérrimo de la educación por esos años.

Fernando Urízar Garfias en el Repertorio chileno de 1835 fijó en 253.887 los habitantes de la provincia de Santiago entre la que se incluían, además de la capital, Rancagua, Victoria, Melipilla, Casablanca y Valparaíso, lo que la convertía, por lejos, en la más numerosa.

El gran salto estadístico se produjo durante el gobierno de Manuel Bulnes, quien asesorado por genios de la talla de Bello, Gay y Domeyko, llevó a cabo la creación de la Oficina Nacional de Estadística. Así surge el primer censo oficial y la primera medición seudo científica de Chile. El Repertorio Nacional formado por esta oficina, publicado en 1850, entrega datos relevantes para conocer la realidad de nuestra región.

La provincia de Valparaíso contabilizó 4.084 personas. Aconcagua, en tanto, sumaba 4.809 personas, dividida en los departamentos de San Felipe, Andes, Putaendo, Ligua y Petorca. En ambas provincias la persona más anciana era una mujer de 103 años, una “lolita” en comparación con un hombre de “Los Ánjeles” que aseguró tener 150 años.

Este primer censo incluyó otros datos interesantes, como las matrículas comerciales del puerto. Las más numerosas eran las tiendas, cerca de 120, seguida por las casas de consignación, cerca de la mitad de aquéllas, y luego las pulperías. Almacenes no eran más de diez, baratillos, 30. Librerías, sólo 3, dos en Aduana y una en la calle Planchada, hoy calle Serrano. Boticas, 16. Panaderías eran 25: 5 de ellas ubicadas en calle Victoria. Carnicerías, cervecerías, fábrica de licores, despachos de licores, bodegones, hojalaterías, sombrereros y grabadores, no había más de dos por servicio.

Algunas prestaciones estaban a cargo de una sola persona, siendo en su mayoría extranjeros. Salvo un chileno que tenía una jabonería, el resto de los monopolios estaba a manos de europeos. Los franceses tenían a cargo la construcción de buques, pianos, velas, tapices. Había un cerrajero que era italiano, un compatriota suyo vendía agua y, era que no, otro “tano” estaba a cargo de la fabricación de pastas. Un inglés se encargaba de la confección de colchones y otro de hacer retratos, profesión no menor, cuando todavía no existía la fotografía. Había un tonelero alemán y un estadounidense que poseía una casa de agencias.

A estos servicios hay que agregar las bodegas, hoteles, cafés y fondas, las velerías, modistas, sastrerías, boterías, peluquerías, joyerías, relojerías, herrerías y curtiembres, la mayoría de ellas ubicadas en la calle La Planchada.

El primer censo de la historia republicana nos transporta a un puerto pujante que comenzaba a vivir los mejores años de su historia, una imagen lejana en el tiempo que en nada coincide con la que veremos ahora.

Contenido relacionado

Redes Sociales

Instagram