Los guionistas

14 de Mayo 2017 Columnas Noticias

Parece un chiste repetido. Incluso quizás un guión cuidadosamente escrito para la rutina del polémico Yerko Puchento. Porque aunque parezca mentira, la realidad continúa superando todas, absolutamente todas, las expectativas. Cuando el mundo político parecía calmo y la discusión había empezado a virar hacia las propuestas, con una u otra arista de algún caso que ya el ciudadano común no tiene ganas de seguir; cuando el día parecía soleado y sólo pensábamos en el ultra anunciado temporal (léase literalmente), que esperábamos capear comiendo sopaipillas y riéndonos del humorista de Canal 13 (algunos incluso aguardando el momento en que arremetiera contra la exvocera Cecilia Pérez nuevamente), se vino nuevamente el invierno para la clase política de la mano de un tema que hace rato ya se ha hecho lamentablemente habitual: las irregularidades o situaciones que colindan con ellas. Si los casos Penta, Caval, SQM y un largo etcétera habían dejado de estar en primera plana -aun cuando las causas judiciales siguen en pie- esta semana se vio remecida por la noticia respecto de las millonarias inversiones del Partido Socialista en empresas cuestionadas precisamente por sus vínculos con la política. Nuevamente la relación entre quienes gobiernan y los negocios copa las conversaciones. Esa mixtura peligrosa y aceitosa, que -sin embargo- la clase política todavía no entiende que debe evitar. Hay varios dichos que salen a colación, al recordar la sabiduría de los abuelos: “Por la boca, muere el pez” o su variante “para hablar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”. Porque no hay nada que la opinión pública castigue más que la incoherencia. Hablar mucho, decir poco y, más encima, escupirse a sí mismo en la cara es un evento imperdonable.

El PS ha sido uno de los partidos que más ha cuestionado la relación de la derecha con el dinero. En particular, en el caso de Sebastián Pinera. Sin ir muy atrás, cuando se supo de sus inversiones en Perú, el entonces presidente de la comisión de Pesca y hoy presidente de la Cámara, el diputado socialista Fidel Espinoza se apuró en criticar el fideicomiso anterior del exMandatario, el que -según dijo- “no era ciego, en absoluto”, a la vez que lo emplazó a “dar la cara”. ¿Seguirá pensando igual, cuando hoy se comience a investigar si las inversiones de su partido son sólo antiéticas o también ilegales? ¿Será suficiente el “dar la cara” del PS esta semana, diciendo que nadie sabe en qué se invertían sus dineros? En estos días marcados por el temporal socialista, asoma otro dicho popular: el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Porque si la ciudadanía está molesta con la clase política y cansada precisamente de las peleas de gatos eternas entre derecha e izquierda, lo que rebasa la olla a presión es precisamente que todos lanzan la piedra. Y que nadie está completamente libre de pecado.

Porque una cosa es enterarse de irregularidades todas las semanas, pero otra que ya escapa a toda lógica es, más encima, escuchar que el mismo que fue cuestionado la quincena anterior ahora dé clases de moral, algo que se repite latamente en el espectro político y mediático.

Si la semana pasada era el PS el que apuntaba con el dedo a Piñera -por su declaración como imputado en el caso Bancard y la extensión real de su fideicomiso-, ahora es el exPresidente el que les critica la falta de estatura moral para enrostrarle nada a nadie. Mientras, el exministro Andrés Chadwick, miembro de su comando, les envía mensaje por las redes sociales: “Tanto tiempo descalificando agresivamente la paja en el ojo ajeno y ocultando la tremenda viga en el propio. Impactante doble estándar”.

¿Realmente es factible hoy pensar que la teoría del empate será bien recibida? Lejos de la farándula política, la ciudadanía está cansada de este ir y venir de frases para el bronce, donde además se pierde el hilo de quién hizo qué, cuándo y con quiénes. Finalmente, lo que queda es el desfile de titulares que rezan “xxx calificó de “error” su vinculación con caso xxxx (rellene las equis con el nombre y la causa que quiera)”. Lo anterior, seguido de un “Perico de los palotes exigió creación de comisión investigadora en la Cámara de Diputados”. ¿Quién piensa que aquello colabora para que el chileno vuelva a creer en la política y decida votar? En ese cuadro, bien vale volver a Yerko Puchento (que, por lo pronto, tiene bastante más rating que la clase política en su conjunto) y recordar una afirmación suya: “Los grupos de poder siempre van a odiar al bufón de turno, porque eso los denuncia los agrede y los ridiculiza”. Aunque, claro, el problema es que aquí quienes hacen el guión son los propios ridiculizados.

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