Las Salinas, pasado y futuro

18 de Marzo 2017 Columnas Noticias

La semana pasada, Inmobiliaria Las Salinas presentó al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental un plan de remediación que habilitaría los terrenos para la construcción de un nuevo barrio en el sector de Las Salinas. De acuerdo a la información entregada por la empresa, el 2023 se inauguraría el primero de los complejos habitacionales proyectados.

Según al relato de la historiadora Lorena Brassea, el nombre del sector surgió a raíz del uso que le dio al terreno el francés Enrique Mason. El ingeniero arrendó el lugar a los hermanos Juan y Alejandro Walker para instalar una planta extractora de sal. La alta inversión del galo no rindió los frutos y su aporte se redujo a otorgar al sector el nombre con el que hasta hoy lo conocemos. Después de este fracaso, que según Brassea, llevó a Mason a la locura, un inglés de apellido Woodgate compró el terreno y cambió su uso, aprovechando el potencial de la playa. La inauguración oficial del Balneario de Las Salinas, en 1929, fue parte de la serie de obras realizadas para la consolidación de Viña del Mar como una ciudad turística.

La cara del sector cambió, apunta Piero Castagneto, cuando la Armada instaló un Subdepartamento de municiones y un polígono de tiro a los que se agregarían la Escuela de Comunicaciones, Artillería Naval e Ingeniería Naval. A lo largo del sector se fueron reuniendo los cañones que quedaban en desuso para transformarse en uno de los atractivos turísticos del balneario. También cambiaría la faz del sector, con la Población Naval “Almirante Allard” en 1943. Cuatro años después se inauguró la Avenida Jorge Montt, que unía 1 Norte con Las Salinas.

Paralelo a este proceso, en 1915, se iniciaron las operaciones petroleras que se consolidarían con la llegada de Compañía de Petróleos de Chile S.A. (COPEC) en la década del 1930, donde permanecerían hasta inicios del siglo XXI, después de acordar su retiro con la Municipalidad de Viña del Mar. Entre los hitos relevantes para la historia del sector, a fines de la década del sesenta, COPEC se asoció con Mobil Oil Corporation para construir una planta elaboradora de lubricantes en Las Salinas.

Con el paso del tiempo, el impulso demográfico de la ciudad se fue expandiendo hacia el norte: Reñaca, Concón, Jardín del Mar, transformando la Avenida Jorge Montt, conocida como recta Las Salinas, en una arteria vital. A partir de la década de los noventa, la salida y entrada de camiones de las petroleras comenzaron a generar problemas por el aumento del flujo vehicular. De ahí que cualquier intervención, como la edificación de cinco mil departamentos como se ha especulado,, puede terminar siendo una lápida para una ciudad que, en las actuales condiciones, ya colapsa en el verano.

El crecimiento de Viña y de un mega proyecto como éste debe resolver algunos problemas que son claves como el sistema de transporte y ampliar las áreas de esparcimiento, si se espera seguir siendo atractiva como ciudad turística.

La ciudad presenta condiciones únicas para tener un sistema de transporte cómodo, limpio y moderno. El “transvalparaíso” se limitó a cambiar los colores de las micros y de uniformar a los choferes, pero los buses siguen siendo incómodos, feos e inseguros. En consecuencia, hay que crear las condiciones para que los turistas se sientan atraídos para venir a Viña sin sus automóviles y descongestionar la ciudad en la época estival. Por qué no pensar en grande y soñar con un sistema de tranvías en el plan de la ciudad.

Respecto a lo segundo, el éxito que han tenido los paseos de la avenida Jorge Montt debe seguir expandiéndose, para que a Viña del Mar no le quede sólo el nombre de ciudad jardín. Las 17 hectáreas deben tener espacios abiertos a la comunidad en compensación por los perjuicios que significará el proceso de edificación.

Finalmente, y tal como lo planteó la editorial de este diario, lo que no puede suceder es que ese sitio eriazo se siga prolongando en el tiempo. Menos, que se entreguen permisos a medias para que las obras se perpetúen por años sin terminar, como ha sucedido con el sector donde estaba el Sanatorio Marítimo, el Mall de 14 norte y el Hotel Puntapiqueros. Llegó la hora de conciliar los intereses y trabajar por un proyecto común que dé trabajo en el corto plazo y dinamice el turismo en el largo plazo. Las 17 hectáreas de Las Salinas serán claves para el futuro de Viña del Mar.

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