Laissez faire parlamentario

22 de Mayo 2019 Columnas

Un diputado corre por los pasillos, acompañado de un periodista que le pregunta por qué le dijo a una colega que con ella se le bajaban los pantalones. El cuestionamiento se repite una y otra vez, mientras el parlamentario continúa en su carrera frenética, intentando tomar el ascensor, desviándose por las escaleras, siempre seguido de cerca por el comunicador, que continúa coreando la interrogante. Hasta que la escena sufre un cambio: el congresista repele a patadas al reportero e intenta cerrarle una puerta en la cara. La pregunta entonces da un giro lógico: “Diputado, ¿por qué me golpea?”.

Gracias a las cámaras, todo Chile fue testigo del bochornoso episodio, que en un principio el protagonista de este incidente, el RN René Manuel García, intentó negar, hasta que no le quedó más remedio que reconocer y pedir disculpas.

En paralelo, varios parlamentarios decidieron pedirle a la comisión de ética de la Cámara que analice el actuar del diputado y lo sancione. Solo por el puntapié al periodista Kevin Felgueras, de radio ADN, porque por alguna razón no incluyeron sus supuestos dichos en contra de la diputada del PPD Andrea Parra, en plena comisión investigadora por compras de terrenos mapuches del subsecretario Rodrigo Ubilla. Allí, cuando Parra le pidió “tener los pantalones bien puestos”, García habría respondido, según la prensa: “Contigo se me bajan”.

Pero no es la primera vez que el parlamentario se desubica respecto de su rol y del edificio en donde está parado. Ya antes había insultado a viva voz, y en pleno hemiciclo, a la dirigenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Mireya García, y había tratado de “sinvergüenza y cola” a su par del PS, Marcelo Díaz.

No es el único tampoco (mal de muchos, consuelo de tontos, decía mi abuela). Durante la semana, la prensa recordó distintos episodios similares protagonizados por otros parlamentarios, que incluso han llegado a los golpes. El año pasado, el UDI Ignacio Urrutia trató de “terroristas” a los exiliados, tras lo cual fue increpado duramente por la PH Pamela Jiles. Ambos fueron sancionados con un 7% y un 0,2% de su dieta, es decir, poco más de 600 mil pesos –en el caso del primero- y 18 mil pesos para la diputada. Ambos montos ridículos.

La decisión del autonomista Gabriel Boric de posar con una polera en la que aparecía la cara del asesinado exsenador UDI Jaime Guzmán, baleado y con sangre, también pasó por la comisión de ética y fue sancionado con un 5% de su dieta, es decir, poco más de 400 mil pesos.

Anteriormente, el PS Fidel Espinoza fue denunciado por diputadas de la UDI, quienes afirmaron que trató de “momia conchesumadre (sic)” a María José Hoffmann. Y el gremialista Iván Moreira también pasó por la entidad, luego de que tratara de “chica molotov” y “mujer metralleta” a la DC Yasna Provoste.

Para qué continuar con una lista tan larga como indignante. Porque lo cierto es que en el Congreso, algunos parlamentarios se sienten con el derecho de hacer lo que quieren. La figura del fuero parlamentario ha derivado en un laissez faire absoluto.

Porque a ningún chileno promedio se le ocurriría –por ejemplo- tratar de esa forma a un compañero o compañera de trabajo. La sanción probablemente sería una amonestación en primera instancia y luego un despido obvio y justificado, lo que incluso está normado en la legislación laboral. Por otra parte, en los colegios, se trabaja arduamente para evitar la violencia escolar y el bullying, pero parece que los senadores y diputados no asistieron a esas clases.

La realidad es que los parlamentarios pueden hacer y deshacer a su antojo, sin ninguna sanción real asociada, pues el fuero los protege de cualquier denuncia en tribunales y la vista gorda de la ciudadanía –o el bajo nivel de información con que cuentan-, permite que personajes así se mantengan durante varios periodos. Tanto, que pese a sus actuaciones matonescas y groseras, García lleva la no despreciable suma de casi 30 años en el Congreso (tiempo durante el cual, de acuerdo a los montos que publica la prensa y al cambio actual, ha ganado una dieta de más de dos mil millones de pesos).

Quizás es hora de revisar las reglas a las que están sometidas los parlamentarios, de manera que actitudes de este tipo no queden en la impunidad absoluta, con multas “éticas” que no son otra cosa que montos simbólicos y caricaturescos. Los parlamentarios deben comportarse a la altura del cargo y del mandato representativo que sus votantes han puesto allí.

 

Publicado en Mercurio de Valparaíso.

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