La guerra al bikini, un giro en medio siglo

29 de Enero 2018

Han pasado 50 años desde que Monseñor Emilio Tagle le declaró la guerra al bikini en Valparaíso. Aunque parezca increíble, el Arzobispo de Valparaíso había emitido una pastoral en la que advertía que las mujeres que usaran estas prendas podían dejar de recibir los sacramentos por parte de la Iglesia.

Ya en 1952, recordaba El Mercurio, el cardenal José María Caro calificaba de “actos gravemente ilícitos” a los baños de sol mixtos “y el uso de traje de baño indecoroso, de una o dos piezas, con que se exhiben las mujeres, en forma que suele constituir ocasión de pecado”.

El Cardenal Raúl Silva Henríquez, aunque no hizo referencia al largo de las faldas ni al uso del bikini, invitaba a los católicos a buscar otras formas de superar el ocio en las vacaciones, realizando acciones para el bien común y servicio para toda la comunidad.

Lo curioso, destacaba La Estrella de Valparaíso el 8 de enero de 1969, era que la “prohibición del bikini rige sólo para las playas de la diócesis de Valparaíso, no así para las de Santiago, situadas al sur de Laguna Verde, o las de Aconcagua, al norte de Maitencillo”.

Aunque existen mosaicos romanos donde ya aparecen mujeres utilizando una prenda muy similar al traje de baño, se considera el 5 de julio de 1946 como la fecha oficial en que nació el bikini, específicamente, cuando el diseñador Louis Reard presentó esta vestimenta a la sociedad. La leyenda cuenta que el nombre se debe al impacto que causó y que era comparable a las pruebas atómicas que se estaban realizando en el atolón de Bikini.

En Chile, al igual que en el resto del mundo occidental, la popularización de esta prenda se hizo a través de algunas actrices famosas en películas que terminaron siendo icónicas por lo mismo. Marilyn Monroe o Brigitte Bardot fueron algunas de sus máximos exponentes.

Pese a la advertencia de Monseñor Tagle, muchas mujeres, incluso siendo católicas, desobedecieron la orden y comenzaron a lucir sus cuerpos gracias a los bikinis. No obstante, la amenaza se mantenía presente como también el sentimiento de estar ofendiendo a la moral cristiana. Era la misma época en la que se debatía respecto de otro tema mucho más importante, el uso de anticonceptivos femeninos por parte del mundo católico.

Resabios de esta estigmatización que se hacía a la mujer que se viste de forma provocativa, queda demostrado en una serie de ejemplos recientes. En una exposición de arte, se expuso ropa de mujeres que fueron abusadas y que surge como rechazo a la clásica pregunta que se le hace a las víctimas: “¿Qué estabas usando?” y que de forma tácita, culpa a las sobrevivientes y justifica a los perpetradores.

Volviendo a los bikini, después de una década, el famoso concurso Miss Reef dejará de hacerse en las playas de Reñaca, siguiendo el ejemplo de Argentina donde se suspendió el año pasado, luego de una fuerte presión de sectores feministas que consideran que estos concursos instrumentalizan a la mujer, reduciéndola a un objeto. Hay que recordar que el país trasandino estaba conmovido luego del brutal asesinato de Lucía Pérez y que dio paso al movimiento #NiUnaMenos.

Aunque hubo rumores que especulaban con el fin del concurso en Chile, en su última versión, el 2017 los organizadores trataron de dar un giro, asegurando que elegirían a la concursante por sus atributos físicos generales, representación de los valores de la marca y no solo por el trasero, como había ocurrido tradicionalmente. El fin de Miss Reff en Chile deja claro que, bajo estas premisas y más allá de las buenas intenciones, el concurso perdía todo su atractivo.

Finalmente, es interesante cómo va evolucionando la sociedad, en este caso específico, la postura de las mujeres y su lucha por tener la libertad para vestir como ellas se sintieran mejor. Después de un tiempo, esto fue mal interpretado por parte de los hombres que buscaron instrumentalizar a la mujer y confundir esta libertad con libertinaje, siguiendo el discurso retrogrado de la Iglesia. El fin de este tipo de concursos, de los teams y del valor de las promotoras sólo por su físico son señales de los nuevos tiempos.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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