Goic en el reino “Muy muy lejano”

27 de Junio 2017 Columnas

La decisión de la Democracia Cristiana de llevar a su candidata, Carolina Goic, hasta primera vuelta –y, de paso, dejar fuera de las primarias al resto de la Nueva Mayoría (NM)-, sigue haciendo correr sangre caliente por las venas del conglomerado, que todavía no recupera el tranco, a solo cinco meses de las presidenciales.

Lo más complejo es que esta decisión independentista del partido de la flecha no ha generado, hasta ahora, externalidades positivas. Ni para la tienda, ni para la coalición de gobierno.

La princesa encantada, Goic, solo ha logrado mantener el castillo aislado, pero algunos súbditos ya comienzan a trepar sus muros (que tampoco son muy altos ni infranqueables) para mirar qué sucede al otro lado y ver si las condiciones son mejores allí.

Fuera del palacio democratacristiano, los candidatos al Congreso están en plena batalla. Entre codazos y declaraciones, se agolpan para salir en las fotos y discuten a viva voz –incluso en cámara, como sucedió con Isabel Allende y Marco Antonio Núñez- no de ideas, de propuestas ni de proyectos país, sino sobre temas tan “elevados” como quién aparece más cercano al abanderado de (lo que queda de) la NM, Alejandro Guillier, el príncipe encantado que parece estar siempre listo para ir en rescate de alguna damisela en apuros. Sobre todo si ella está dispuesta a entregarle el voto.

Y Goic es hoy, precisamente, una princesa en una situación compleja. Alabada y levantada en andas por sus propios camaradas, en un principio, ahora comienza a ver cómo algunos, empiezan a mirar al otro lado y a negociar desde ya el mejor escenario con miras a una posible caída de su líder. Con su voz suave y un intento constante, pero ineficiente, por golpear la mesa y ordenar filas, la senadora no ha sido capaz de convencer a sus propios militantes y adherentes en un esfuerzo común para llegar a noviembre.

Las encuestas –este oráculo sagrado que mueve hoy cualquier decisión política- no la han ayudado. Desde enero, solo ha logrado subir de 1% a 3% en preferencias, de acuerdo a Adimark. Y aunque cambien los números levemente, el mismo escenario se repite en otras mediciones.

Por eso, cada tanto aparecen las voces que hablan de una supuesta bajada, que ella desmiente una y otra vez, pero que –a la larga- terminan minando aún más su popularidad y credibilidad. Lo peor es que gran parte de esas teorías surgen de su propio castillo, de súbditos que no están conformes con su desempeño y anhelan que se haga realidad su caída, para poder sacarse fotos con el príncipe encantado, Guillier.

La princesa decé lo descarta, dice que continuará en carrera, habla golpeado, se enoja, les dice que se retraten con quien quieran (de paso, mirando en menos al príncipe). Pero, lamentablemente, en política se aplica el antiguo dicho popular: “Cuando el río suena, es porque piedras trae”. Y aunque ella y su séquito de consejeros reales eviten siquiera pensar en esa opción, lo cierto es que algunos, sobre todo los que serán candidatos al Parlamento ya están evaluando qué foto les rendirá más: ¿La timonel DC o el abanderado de la NM?

Por eso, el Su Alteza Guillier empieza de a poco a cortejar a Goic. Le pide pololeo, pero ella se sonroja y le dice que no. Entonces el senador le pide matrimonio y ella se enoja. Todo en medio de un romance público, que no llega a puerto, pero que la candidata DC tampoco descarta. Se muestra irritada, pero no tanto. Le dice que solo coquetea con su marido, pero nunca se niega tajantemente a un amorío entre la DC y el resto del oficialismo. No le dice que no. E incluso, ambos llaman –en una muestra de supuesta unidad-  a los partidos a llegar a un acuerdo, en medio de la negociación por las listas parlamentarias.

Porque los dos saben que en algún momento ese romance será realidad. Que, en medio de las elecciones de diputados y senadores, y con la segunda vuelta a la vista, deberán unirse en matrimonio para competir con la derecha de Sebastián Piñera y, en el fondo, bien en el fondo, Goic tiene claro que de no dar el “sí” a tiempo, perderá cualquier posibilidad de negociar a buen precio su bajada.

Esa es la razón por la que Guillier continúa haciendo sonrojar a la princesa; sigue mirándola coquetamente y levantándole una ceja; le guiña el ojo cada vez que puede. Y ella se deja querer. Pero, mientras más se demore el proceso, más sola quedará la princesa. Y en el reino “Muy muy lejano” de Carolina Goic, los súbditos pueden aceptar cualquier cosa, menos perder un escaño en el Congreso. Ni siquiera por la princesa encantada.

 

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