En sus marcas, listos, ¡fuera!

7 de Mayo 2017 Columnas Noticias

Por si no se dio cuenta; si su semana laboral fue intensa y no logró despegarse del computador ni mucho menos acercarse a un medio de comunicación; si vive fuera de “twitterlandia” y su aliado, Facebook, aun así, lo más probable es que se haya enterado: La carrera presidencial comenzó y ahora ya en serio.

En estos últimos días, los candidatos decidieron tirar toda la carne a la parrilla y le dieron al país una cara de “carnaval campañero” que no se veía probablemente desde las presidenciales pasadas (aunque Valparaíso vivió algo de similar magnitud, guardando las proporciones, cuando apareció Jorge Sharp desafiando al “duopolio”).

Las primeras muestras del ambiente electoral fueron claras a partir del martes, con la llegada de la encuesta Adimark, que mes a mes mide la evaluación del gobierno y –desde que comenzó la vorágine presidencial- también la performance de los candidatos. Paradójicamente, pocos se interesaron en el hecho de que Bachelet aumentó tres puntos y se acerca al 30% de aprobación. La noticia estaba en otra parte.

La principal sorpresa que trajo la medición fue que la abanderada del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, subió 9% en solo un mes de campaña, mismo periodo en que desistieron tres precandidatos (Ricardo Lagos, Fernando Atria y José Miguel Insulza) y en que la Nueva Mayoría tomó la decisión histórica de marginarse de las primarias y llegar directo a primera vuelta con Carolina Goic, gracias a una Democracia Cristiana que apostó a  empoderarse y hacer un gallito contra su propia coalición, echando por tierra la alianza con el PS que le permitió al conglomerado mantenerse estable durante casi tres décadas.

En estos mismos 30 días, los otros dos postulantes al sillón presidencial, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier, bajaron tres y cuatro puntos cada uno. Aunque estadísticamente no sea significativo, se trata de una tendencia que enturbia el ambiente en ambos bandos y genera aires triunfalistas (probablemente poco reales aún) en las “fuerzas alternativas”. Sin embargo, quien queda mayormente afectado en esta pasada es el abanderado oficialista. Guillier, respaldado por los Andrade y los Girardi, deja de lado su apuesta por ser la renovación de la política y se convierte en un dirigente apoyado por una Nueva Mayoría en bajada, asumiendo en su figura parte de esta obsolescencia.

Más allá de la encuesta, lo que dio inicio formal y mediático a esta campaña  fue la inscripción de las candidaturas a las primarias. La imagen del Frente Amplio eufórico, liderado por Beatriz Sánchez, acarreando las cajas con las más de cuarenta mil firmas que ahora el Servel debe validar, fue la postal que demostró que ahora sí se inició la carrera.

Mientras, en el planeta Chile Vamos, se inscribían también sus candidaturas: Sebastián Piñera, su excorreligionario Manuel José Ossandón y el Evópoli Felipe Kast, que dieron así el puntapié oficial a una batalla –al menos en el caso de los dos primeros- que se prevé sin cuartel y donde, tal como fue durante su gobierno, Sebastián Piñera deberá hacer frente a un fuego amigo que muchas veces será más descarnado que el de los contrincantes reales.

Todo este escenario se produce cuando la Nueva Mayoría ve la situación desde la “galucha”. Desde el momento en que el PS bajó a su transatlántico, Ricardo Lagos, y la DC decidió llegar a primera vuelta con Carolina Goic, la batalla de aquí al 2 de julio la pelean los candidatos del Frente Amplio y los de la derecha. El oficialismo, por mucho que intente generar propuestas y mantenerse en campaña, o al menos visible hacia la ciudadanía, estará ausente.

Porque cuando la coalición gobernante decidió llegar con dos candidatos hasta diciembre, quedó fuera de una tradición que ellos mismos impusieron en Chile y de la que hoy reniegan. Quienes impulsaron con dientes y garras la legislación que hoy permite que se realicen primarias oficiales, ahora terminan disparándose en los pies y marginándose de un proceso completo, que los hace invisibles durante al menos dos meses de trabajo electoral.

Paradójicamente, si se considera el momento de desafección ciudadana que viven, la Nueva Mayoría perderá valiosos segundos en pantalla, recursos para realizar campaña y la posibilidad de generar actividades convocando a la ciudadanía a votar. Las consecuencias de esta apuesta recién se verán en noviembre, aun cuando las encuestas puedan ir adelantando escenarios. Cuánto de la izquierda oficialista  preferirá apostar por Sánchez en vez de Guillier y cuánto del centro optará por Piñera y no por Goic, es todavía una incógnita. Por lo pronto, la bandera con cuadritos blancos y negros ya comienza a ondear en la meta.

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