El dilema social de las empresas

18 de Junio 2020 Columnas

La pandemia ha estresado las cadenas de producción y distribución, impactando ventas y utilidades de empresas grandes, medianas y pequeñas. ¿Cómo sortear la crisis y salir fortalecido de ella? En general, el problema se aborda desde un enfoque de ajustes de gastos no esenciales y se olvida poner énfasis en detección de oportunidades, especialmente cuando se analiza la dimensión social de la empresa. Sin embargo, existen al menos tres razones para entender el dilema social como un espacio de oportunidades para el desarrollo empresarial.

En primer lugar, tanto las expectativas de la ciudadanía como las más recientes regulaciones dan cuenta que los  stakeholders externos esperan que las empresas asuman un rol activo en los desafíos sociales de sus entornos competitivos. Así lo reflejan distintos estudios de opinión y también las medidas de la última reforma tributaria, que incorporó incentivos a la donación de bienes todavía aptos para su consumo, a la vez que estableció que la destrucción de estos productos constituye un gasto rechazado para las empresas. Así, hemos visto productores y distribuidoras de alimentos y productos de higiene que han tomado un enfoque proactivo para desarrollar sistemas de donación que les permite cumplir con la regulación y aportar a comunidades vulnerables.

En segundo lugar, la crisis abre ventanas para abordar uno de los desafíos intangibles que enfrentan las empresas con sus stakeholders internos: la necesidad de fortalecer su propósito y compromiso interno de los colaboradores. Junto con la preocupación por mantener los vínculos laborales, varias empresas han optado por generar espacios de innovación interna con propósito social, por ejemplo, reconvirtiendo plantas de producción de papel, textiles o de impresión 3D en productoras de mascarillas y otros insumos para la atención de salud. En otro rubro, las productoras de bebidas han involucrado a colaboradores y clientes para ayudar a los restoranes a sortear la crisis, incluyendo así a otros actores de las cadenas de valor en iniciativas que van profundizando los niveles de compromisos.

Por último, en esta crisis han surgido iniciativas colaborativas entre empresas con instituciones públicas (municipios) y con organizaciones de la sociedad civil. La colaboración potencia la efectividad de los aportes sociales y permite estrechar los lazos de la empresa con su entorno, sembrando relaciones que constituyen la base de la confianza institucional.

En el Manifiesto de Davos 2020, Klaus Schwab plantea que las empresas tienen una “responsabilidad cívica” que les exige aprovechar sus competencias, espíritu empresarial, habilidades y recursos “en iniciativas colaborativas con otras empresas y stakeholders con el fin de mejorar el estado del mundo.”  A la hora de evaluar cómo sortear la crisis, la proactividad en la dimensión social permite detectar oportunidades para salir fortalecido de ella.

Publicado en La Segunda.

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