Al estallido social a raíz de las protestas raciales tras la muerte del afroamericano George Floyd, se suman al complejo escenario de reactivación económica que enfrenta el país producto de la pandemia.
Un completo análisis desde la historia y ciencia política, sus áreas de expertise, realizó el profesor de la Facultad de Artes Liberales, Fernando Wilson, quien estuvo a cargo de la charla titulada “Estados Unidos en la pandemia, entre la crisis económica y los disturbios raciales”.
Desde fines del año pasado el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se enfrentaba a una reelección en un escenario bastante positivo, pues los índices económicos así como el bajo índice de desempleo lo respaldaban. Pero las grietas de división nacional que se habían generado durante su mandato salieron a la luz y se vieron acentuadas con la llegada del COVID-19.
El mandatario se veía limitado en la toma de decisiones producto del poder federal. “Cuando Trump se niega a reconocer la gravedad, genera una dinámica de choque con los gobernadores demócratas y el país se quiebra nuevamente, ahora sobre las medidas de cómo enfrentar la pandemia”, aseguró el académico.
Wilson afirma que nuevamente se quebró, porque la historia de Estados Unidos ha estado marcada por una serie de hitos desencadenantes de la crisis actual.
Luego de la guerra de independencia, los padres fundadores “no solo logran independizar a su nación, sino que la estaban llevando a los cielos de la racionalidad. Es un gobierno que busca ser la encarnación de la racionalidad, tal como se le entendía en la era de la Ilustración”.
Con el paso de los años, el aumento de población en las distintas ciudades de costa a costa y el de desarrollo de la sociedad llevó a un punto que para el docente resultó inevitable: la guerra de secesión. “Se enfrentaron la unión americana y la esclavitud. La consolidación de una visión del norteamericano tradicional choca con la formación de los nuevos estados de colonos que escapaban de Europa y que buscaban tierra y libertad”, afirmó.
Los esclavos negros no pudieron sumarse a la comunidad norteamericana como ciudadanos iguales pues, tal como indicó el académico, “la comunidad afroamericana se incorpora a la sociedad estadounidense desde la segregación, desde la marginación y desde una perspectiva de minoría perseguida y contenida”.
En comparación al expresidente Barack Obama, que lideraba con un discurso de reconciliación nacional, Trump representa un estilo absolutamente novedoso en que apostó por el bienestar económico, prometiendo empleos y lo cumplió, “pero el precio fue radicalizar aún más la dinámica de quiebre nacional. Es decir, Estados Unidos antes de la pandemia y antes de los motines de George Floyd ya se encontraba brutalmente quebrado. Es un líder que en lugar de querer reconciliar el país, atiza el fuego que marca su división”, enfatizó Wilson.
Pese a las proyecciones que aseguran que EE.UU se repondrá económicamente tras la pandemia del Coronavirus, la dinámica de choque dejó una cicatriz materializada en que “15 millones de norteamericanos, personas con bajo nivel de calificación técnica, que no han entrado en una economía digital y que se encontraban ya en una situación tremendamente precaria, quedaron ahora en una situación de estar mirando la miseria a la cara”. Y en ese contexto, “los problemas raciales se convierten en el gran esqueleto de la crisis, la tensión política y social se traslada a la calle y la violencia radical adquiere un nuevo concepto de carácter globalizado”.
Para el profesor, el factor de continuidad y crecimiento propio de Estados Unidos es también la causa de sus grandes contradicciones: “un país con una potencia gigantesca, un sociedad de una complejidad impresionante, pero al mismo tiempo con estos problemas de maduración que nos recuerdan que es una sociedad extremadamente joven. Esa mezcla de inocencia y poder es lo que probablemente les permita recuperarse de esta crisis como lo ha hecho con anterioridad”, concluyó.