Una jornada de alto impacto

17 de Diciembre 2017

La ausencia de apuestas serias sobre el resultado que tendrá la jornada electoral de hoy no es casualidad. Esta situación era previsible desde la primera vuelta, incluso cuando las encuestas hacían gala de sus pronósticos y todavía su credibilidad no caía al suelo.

La cantidad de elementos inciertos y desconocidos determinan que hoy nos preparemos para vivir los comicios más estrechos, infartantes e imprevisibles en los últimos 20 años.

La elección presidencial de hoy es incluso más incierta que la que vivieron Ricardo Lagos y Joaquín Lavín en 1999 (y su respectiva segunda vuelta en enero del 2000), porque al menos en ese entonces sabíamos con meridiana certeza cuántas personas se levantarían a emitir su sufragio. Hoy ni siquiera sabemos sobre qué universo nos movemos.

De hecho, el analista y diputado ex PPD, Pepe Auth, fue el único –al menos públicamente- que se atrevió a “tirarse a la piscina” y entregar un pronóstico para hoy. Sin embargo, en él parte de la base de que al menos 300 mil personas que no sufragaron el pasado 19 de noviembre, sí lo harán hoy, movidos por el miedo a un resultado adverso a sus intereses.

Nuevamente, se trata de análisis poco certeros, pues de todos los datos que se entrecruzarán hoy, hay solo dos elementos claros: dada la performance de los candidatos durante la primera vuelta, se sabe que la elección será por nariz. Y tanto el gobierno como la oposición han dedicado gran parte de sus esfuerzos en estas semanas a convencer a la ciudadanía para que vaya a las urnas hoy, porque lo cierto es que se requiere de la máxima participación de la ciudadanía en el proceso.

Lo anterior determinó que Alejandro Guillier y Sebastián Piñera tiraran –en buen chileno- toda la carne a la parrilla durante esta semana. Los intentos por demostrar optimismo y aparecer como ganador –para interpelar al electorado que no quiere perder su sufragio- estuvieron a la orden del día. Y también los errores.

El debate no fue precisamente uno de los puntos más altos. Aunque Piñera demostró mayor solidez en los contenidos, sus movimientos involuntarios estresaron y sus negativas a responder, también.  Y Guillier, por su parte, no lograba contestar las preguntas –o más bien, decía lo que quería, del tema que él quería poner en tabla- y se dedicaba mayoritariamente a discutir con los periodistas. Ninguno pudo decir que salió victorioso de la discusión, instancia que además es seguida mayormente por quienes tienen decidido su voto y no por el que no quiere sufragar.

El elemento más complejo en esta performance fue que gran parte de los cuestionamientos allí emitidos eran absolutamente obvios. ¿Alguien realmente creía que nadie iba a consultar al senador por sus conflictos éticos en el caso del juez Daniel Calvo? ¿O que a al exmandatario nadie lo iba a cuestionar por sus cifras y gráficos manipulados?

El cierre de campaña sí marcó un punto de inflexión. La llegada del expresidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, a la actividad de Guillier claramente apostó a generar una épica –esa mística perdida en las campañas actuales- con un guiño claro a la izquierda, a ese grupo dolido y desencantado de la Concertación y de su “frankenstein”, la Nueva Mayoría.  Por lo mismo, es un golpe de efecto  que podría tener algún resultado especialmente mirando hacia los votantes del Frente Amplio.

En la otra vereda, el acto de Piñera intentó emular la misma épica, pero en medio de una semana marcada por los errores, que no dejaron a su sector con el mismo optimismo que tenían antes de la primera vuelta. El mayor ejemplo fue el vergonzoso episodio entre el candidato de Chile Vamos y el médico norteamericano Patch Adams, que tuvo que darse el trabajo de desmentir el supuesto apoyo a Piñera a través, primero, de un comunicado de su fundación. Como aquello no fue suficiente para convencer a algunos, el propio facultativo estadounidense tuvo que viralizar un video explicando su postura. Finalmente, el candidato de Chile Vamos tuvo el respaldo de figuras internacionales como el presidente de Argentina, Mauricio Macri o el ex presidente del Gobierno de España, José María Aznar. Pero su efecto se diluyó en medio de los deslices.

¿Cuánto de lo anterior influirá realmente en los votantes? Nadie lo sabe. En este escenario y a menos de 24 horas (dependiendo en qué momento del día en que se lea esta columna) de saber quién será el ganador, la única certeza que se puede tener es que esta será una elección histórica, una jornada de alto impacto y que, sea lo que sea que Ud. esté haciendo, es hora de moverse e ir a votar.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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