Tercero excluido

19 de Junio 2017 Columnas

En sus primeras transmisiones nocturnas, la franja electoral ha tenido un promedio de 44 puntos de rating, es decir, ha sido vista en más de 800 mil hogares. Una cifra que devela un sorprendente impacto, en un contexto aparentemente marcado por una creciente distancia y desafección hacia la política, donde la abstención se ha convertido además en la principal protagonista de los últimos procesos electorales.

Más allá de las evaluaciones de cada televidente, es innegable que los precandidatos han tenido la capacidad de poner en juego algunos elementos originales, imágenes y relatos que reflejan de buen modo las trayectorias personales, los diagnósticos y visiones del Chile actual, junto a ciertas prioridades programáticas. Así, en los escasos minutos que cada opción tiene para desplegarse, se ha conseguido, al menos, acercar esta elección primaria a las percepciones cotidianas, ayudando, aunque sea modestamente, a que un sector importante de chilenos pueda estar mejor informado sobre las alternativas en juego.

Esta inesperada relevancia de la franja electoral vino, entre otras cosas, a confirmar el enorme error estratégico cometido por la Nueva Mayoría; pacto extraviado que se dejó llevar por sus desacuerdos internos hasta el punto de quedar en un escenario que hizo inviable la primaria, y que en estas semanas la tendrá degustando la franja electoral como mero espectador. En los hechos, muy poco de lo que hagan en estos días Carolina Goic y Alejandro Guillier, logrará tener el impacto comunicacional de estos preciados minutos de televisión, en cadena nacional y en horario ‘prime’. De algún modo, si un hito puede resumir bien el grado de deterioro político y la ‘pérdida de brújula’ de las actuales dirigencias oficialistas, es precisamente el haber conducido las cosas hasta el punto de dejar pasar las inestimables oportunidades que brindaban tanto la primaria como la franja electoral.

Con todo, no es descartable que este escenario impensado tenga algo de síntoma y de anticipo de los reordenamientos subterráneos que en la actualidad recorren al sistema político. En efecto, los mayores grados de polarización y el cada día más consolidado quiebre del eje constituido por la DC y la izquierda, quizás sean parte de la trama que hoy explica la configuración de este ‘tercero excluido’, una coalición de centroizquierda que fue la columna vertebral de la transición democrática, pero que en el nuevo ciclo político parece tener su existencia seriamente amenazada.

En definitiva, sentarse hoy frente al televisor a observar un mosaico de opciones presidenciales en el que la Nueva Mayoría brilla por su ausencia, puede ser no solo el resultado de malas decisiones tomadas por malos dirigentes. Más en el fondo, no dejaría de ser una extraña paradoja que el Chile post-binominal por el que tanto luchó la coalición de centroizquierda, llevará incubado en el vientre su inesperado final, los trazos de un horizonte político que -igual como ocurre en la actual franja electoral- simplemente la condenan a no ser protagonista del país que viene.

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