¿Qué actitud estás adoptando ante el cambio climático? El camino de la perplejidad y la acción compasiva

30 de Septiembre 2019 Columnas

De acuerdo al último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climaìtico (IPCC), existe evidencia científica robusta que da cuenta del efecto que los seres humanos estamos generando al medio ambiente, y sin ninguna duda, estamos alterando los delicados equilibrios climáticos que nos permiten vivir.

No es un tema de opiniones o creencias (como algunos negacionistas pretenden mostrarlo), la evidencia científica es contundente, hay una severa crisis climática y la estamos generando nosotros, con nuestro modo de vida.

El crecimiento de la desertificación, las sequías y los incendio vividos en vastas regiones del planeta, como los sufridos recientemente en la Amazonía y en Indonesia son eventos alarmantes. Los modelos predictivos están indicando que ya estamos experimentando lo que debería ocurrir en unos 30 o 40 años más.

Hoy sabemos que de no realizar cambios profundos en nuestro modo de vida, y de no reducir sustantivamente las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, pondremos en riesgo la vida de miles de especies, incluyendo la nuestra.

Ante este escenario podemos adoptar diferentes actitudes. La desesperanza es quizás la primera y más natural reacción, sin embargo, no es la única alternativa, ni la más deseable.

He conversado con varios estudiantes durante las últimas semanas y algunos manifiestan estar afligidos y asustados, también he escuchado a varios jóvenes decir que no quieren tener hijos, ya que ellos enfrentarían un mundo altamente hostil, y se preguntan ¿Para qué traer nueva vida a un mundo así? Sin duda es una preocupación legítima.

Aunque comparto la gravedad del problema, quisiera expresar que la actitud de desesperanza tiene problemas importantes, uno de ellos es que lleva a la inacción, a la apatía y hasta al cinismo, y precisamente esta actitud contribuye a que el problema se incremente. Si no hacemos nada, efectivamente terminará ocurriendo lo que tememos, cual profecía autocumplida.

Por otro lado, la desesperanza tiene un supuesto filosófico cuestionable, desde ella asumimos que las cosas van a ir mal, y aunque esto pueda ser cierto, en estricto rigor no lo sabemos (ni nadie lo sabe).

El futuro no está escrito, y lo qué termine ocurriendo dependerá en gran medida de las acciones que emprendamos hoy. Como señaló Tanya Steele, directora ejecutiva de la organización WWF del Reino Unido: “Somos la primera generación en ser plenamente conscientes de los efectos del cambio climático, y somos la última generación capaz de realizar algo”.

En el otro extremo de la desesperanza está la esperanza ingenua, una actitud que también puede llevarnos a la parálisis, desde ella creemos que las cosas van a ir bien “porque si”, creemos que “alguien más” resolverá el problema, así es fácil no hacernos responsables y no actuar.

Creo que podemos elegir no caer ni en la desesperanza, ni en el optimismo ingenuo, y podemos adoptar una actitud diferente, que llamaría adoptar una actitud de perplejidad y acción compasiva.

Desde la perplejidad somos conscientes de la gravedad de los hechos y reconocemos que no sabemos lo que ocurrirá en el futuro, y desde la acción compasiva nos movilizamos a actuar ante la urgencia, buscando aliviar el sufrimiento nuestro y de todos los seres.

Necesitamos dar un salto y pensar más allá de lo individual, necesitamos privilegiar la colaboración en vez de la competencia, y poner en el centro de nuestras motivaciones el cuidado, la empatía y la compasión por todos los seres, incluyéndonos.

Ante la envergadura de la crisis necesitamos adoptar una nueva perspectiva, ya es muy tarde para la desesperanza o para la esperanza ingenua, necesitamos ampliar la mirada y ser lo más inclusivos y creativos posibles. La perplejidad y la acción compasiva pueden ser una actitud que nos lleve a pensar y actuar de nuevas maneras, pasando de la independencia o dependencia hacia la inter-dependencia, mirando más allá de nosotros mismos, reemplazando el individualismo por la humanidad compartida. ¡Manos a la obra!

Publicada en El Dínamo.

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