¿Nazis en Chile? Analogías que confunden

27 de Enero 2020 Columnas

Con intervalo regular aparecen voces en el debate público que proponen analogías entre alguna situación repudiable en el caso chileno y “la experiencia de los judíos durante la Alemania nazi”. Incendios de recintos religiosos, agresiones físicas o simbólicas contra determinados grupos, o incluso las acciones de agentes estatales en la represión de manifestaciones, se toman como “ejemplo” de que la situación en Chile hoy es tan dramática que puede compararse con lo que sucedió en Alemania durante las décadas de los treinta y cuarenta del siglo pasado.

Prefiero suponer que estas comparaciones dicen relación con ignorancia antes que con mala fe: que responden a falta de cocimiento, o a argumentos cuyas implicaciones últimas que no se han pensado con claridad, antes que a una intencionalidad explícita por confundir. Quisiera entregar cinco razones que explican por qué tales analogías confunden mucho más de lo que iluminan.

La primera es que la dimensión ideológica del antisemitismo es central a los crímenes Nazi. No hay en Chile una ideología que juegue un rol similar. La dimensión racial, étnica o religiosa del holocausto está también ausente en nuestro conflicto actual.

En segundo lugar, las acciones violentas durante el régimen Nazi fueron resultado de objetivos políticos planificados desde el estado y por sus más altas autoridades. Fueron organizados con recursos estatales, ejecutados por sus agentes y en organizaciones constituidas específicamente para tales fines. En el caso chileno, la mayoría de las comparaciones dicen relación con acciones, erradas pero espontáneas, de miembros de la sociedad civil.

Tercero, incluso cuando se trata del caso de la violencia policial en chile, las diferencias son muy importantes. La envergadura, recursos, planificación y centralidad ideológica de lo crímenes nazi no se corresponden con la situación actual del país. La democracia chilena es deficitaria y el estado ha desplegado prácticas muy autoritarias. Pero no vivimos en un régimen totalitario.

Cuarto, la literatura histórica y filosófica conoce bien estas comparaciones exageradas. Tiene un incluso un nombre para ellas: “reductio ad hitlerum”. Al vincular alguna práctica que rechazamos con Hitler o el régimen nazi, se apela a generar escándalo moral: si Hitler pudo haber estado de acuerdo con algo, entonces el asunto en cuestión es incuestionablemente rechazable. Se trata de una apelación emocional antes que racional, irreflexiva antes que analítica, efectista antes que basada en la honestidad intelectual o política.

Dejo para el final la diferencia más importante. No podemos nunca perder de vista que el objetivo final de las políticas nazis era el exterminio definitivo de un grupo humano hasta el último de sus miembros. Se apuntaba a la deshumanización y posterior desaparición total de una colectividad. Por suerte, y a pesar de la gravedad que se le atribuya a nuestra crisis, no estamos en Chile frente a una situación semejante.

Publicado en Emol.

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