La mística de la trinchera

17 de Febrero 2020 Columnas

La mayor parte de la derecha ha anunciado su voto por el rechazo. Y con ello se ha recobrado una mística que se había extraviado desde hace ya varios meses. Así, la UDI y casi todo Renovación Nacional han empezado a cavar las trincheras, algo en lo que hay bastante experiencia, para enfrentar el próximo plebiscito de abril. Y desde la trinchera se anunciarán las 10 plagas de Egipto.

Se presentará la nueva Constitución como el origen de la debacle de Chile, el momento en que se jodió el país, el asesinato del milagro chileno, el triunfo de los violentistas. Y tal vez tengan razón. Es posible que haya mucho de eso. El problema es que la alternativa del Rechazo no es más que una opción testimonial. Que le puede costar muy caro al sector…

En los desvelos de las calurosas noches de verano más de algunos de los Allamand, Schalper, Van Rysselberghe y otros dirigentes sueñan con que el milagro pueda ocurrir. Que en último momento la “sabiduría popular”, el “conservadurismo del chileno” o tal vez la Divina Providencia torcerá el rumbo de la historia y llevará a la opción Rechazo al triunfo.

Pero nada de ello ocurrirá.

La opción Apruebo ganará y puede dejar en un muy complicado pie a los partidos del oficialismo. Es cierto que a la derecha le conviene una alta votación del Rechazo, pero jugarse con todo esa carta puede terminar siendo suicida, de cara a las múltiples elecciones que le quedan por delante.

De más está recordar que el momento actual se pudo haber evitado si la derecha, de verdad, hubiese tenido la voluntad de introducirle cambios a la Constitución. Pero si bien ello ocurrió en muchos aspectos, no ocurrió en los más controversiales, donde el sector mantuvo a buen recaudo la llave de la caja fuerte. Por esa razón, la opción “rechazo para reformar”, esgrimida por los dirigentes oficialistas, parece una alternativa sensata pero poco creíble.

Es cierto. Lo lógico no es partir de una hoja en blanco, en especial para un país que, comparado con todos los comparables, tiene la mayor parte de sus índices en la parte alta de la tabla. Pero tras todo lo ocurrido, no parece haber espacio para alternativas. Así, la nueva Constitución se asoma como un ejercicio insoslayable e inevitable. Como el fatum de un destino ya escrito.

Para el oficialismo, oponerse en bloque a una nueva Constitución en la práctica no hace más que reconstruir el clivaje del Sí y del No, pero esta vez en torno a Apruebo o Rechazo. Eso podría dejarlo nuevamente en el lado incorrecto de la historia, como la fuerza política que se opone a los cambios y que solo está dispuesta a erigir diques de contención.

El verdadero debate no se producirá en el plebiscito de entrada. Se producirá al interior de la Convención Constitucional. Ahí se deliberará respecto del contenido de la nueva Constitución, y se resolverá —y eso es clave— según el consenso de dos tercios de sus integrantes. ¿Cómo se llama a la población a votar por constituyentes que representen a la centroderecha si esta se opuso a ese mecanismo? Es, precisamente en la elección de la Convención Constitucional donde será necesario desplegar ante la ciudadanía todo el arsenal argumentativo que la representa. Ello se conseguirá de mejor manera si se tuvo una actitud constructiva durante el plebiscito de entrada que haciendo lo contrario.

La opción tomada por Chile Vamos recuerda la vieja discusión entre O’Higgins y Carrera de 1814, respecto de dónde había que enfrentar a los realistas. La opción de hacerlo en Rancagua terminó bastante mal. Tal vez era mejor hacerlo en Angostura, como proponía Carrera. Pues bien, la mayor parte de la derecha se prepara para ir a parapetarse a la plaza de Rancagua a morir con la bandera al tope.

Si no es por la existencia de un partido nuevo como Evópoli, si no fuera por la mayor parte de los alcaldes de Chile Vamos (en especial de Lavín, el más competitivo de cara a las presidenciales) y un puñado de pocos más, donde destacan Ossandón, Desbordes y Bellolio, la derecha estaría pronta a sufrir una derrota total, pero una derrota con mística. Un resultado en torno al 30% sin haber hecho esfuerzos en bloque por ello sería una base sobre la cual pararse. Un resultado en torno al 30% habiéndose jugado la vida en ello puede terminar siendo una tragedia griega, donde en medio de cantos líricos y dramáticos, el héroe obligatoriamente deberá reconocer su error antes de ser sentenciado a la muerte por los dioses.

Publicado en El Mercurio.

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