Un hito necesario, pero forzado

17 de Septiembre 2017

La historia comienza en 1990. En realidad en 1973, pero durante 17 años esa parte de la realidad había quedado suspendida. Al llegar la democracia, se inició una serie de hitos en materia de DD.HH, que han ido bonformando la verdad oficial de nuestro país.

Hito #1 Corría 1990 cuando Patricio Aylwin anunció la creación de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación para que investigara lo que había sucedido en materia de violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar. Era primera vez que el Estado reconocía de manera oficial la cruda verdad. Un hito a todas luces, más aún cuando Augusto Pinochet continuaba siendo un personaje gravitante en la vida política del país, desde la Comandancia en Jefe del Ejército.

Hito #2 Luego, fue el turno de Eduardo Frei. Al comenzar su gobierno, el entonces mandatario decidió poner su sello en la reconciliación, algo casi imposible para ese momento histórico. Aquello debía ir de la mano de la entrega de información por parte de las FF.AA, pero también instalaba el concepto de entendimiento entre dos mundos absolutamente separados: Los uniformados y la sociedad civil.

Los resultados fueron cuestionados -fundamentalmente en cuanto a la obtención de información-, pero la potente imagen de la abogada de DD.HH., Pamela Pereira, estrechando la mano del brigadier general Juan Carlos Salgado, se convirtió en un símbolo.

Hito #3 Ricardo Lagos decidió dar un paso más y convocar a la sociedad chilena a hablar de un tema que, hasta ese momento, solo se discutía extraoficialmente: quienes habían sido detenidos y torturados, pero no habían fallecido. Dos décadas habían pasado desde el regreso de la democracia, pero las víctimas no tenían ningún reconocimiento por parte del país, ni simbólica ni materialmente.

Así, se convocó a la Comisión Nacional de Prisión Política y Tortura, que dirigió monseñor Sergio Valech y que mostró la crueldad sin límites que habían padecido. Sin embargo como forma de proteger la privacidad de quienes la habían sufrido, se estableció que dicho material sería secreto durante 50 años.

Hito #4 Michelle Bachelet, en su primer gobierno tuvo una relación menos intensa con los derechos humanos que la que habían tenido sus antecesores. 26 años después del regreso de la democracia, se esperaba que ella, debido a su historia familiar fuera una intensa activista en el tema. Sin embargo, no fue así.

De todas maneras, la creación del Instituto de Derechos Humanos, la instauración de la Comisión Valech II (ambas iniciativas terminaron implementándose o dando resultados en el gobierno de Sebastián Piñera), además del Museo de la Memoria, que se inauguró a fines del primer mandato de la Jefa de Estado, le permitieron decir “check”.

Hito #5 En su segundo gobierno, Bachelet estaba al “debe” en materia de DD.HH. Tanto, que se echó de menos siquiera una mención en último discurso presidencial del 1 de junio.

Era una deuda con su historia y la del país, y era importante que no se despidiera de La Moneda sin dejar su sello. Sin embargo, nuevamente -como ha sido en otros temas- la forma en que lanzó su apuesta en DD.HH. fue errática, a destiempo y al igual que en otras ocasiones, sin generar consensos previos que eviten el desgaste de una pelea a través de los medios.

Los temas son varios. Si se debe levantar el secreto o no es discutible, pero los únicos que con propiedad debieran tener voz y voto en esta materia son los afectados. Sus nombres los tiene el Estado y la capacidad de decidir sobre temas tan personales debiera estar enteramente en sus manos. Más aún cuando la fractura entre el sistema político y la ciudadanía no hace prever que el acuerdo esté a la vuelta de la esquina.

Considerando que hablamos de derechos humanos, de situaciones en las que compatriotas fueron tratados con la máxima crueldad, pero además donde muchos demoraron más de veinte años en contar lo sucedido (algunos ni siquiera se lo habían revelado a sus familias), cabe considerar que este tema debía tratarse con un poco más de cuidado. Lanzar el proyecto en medio del clima eleccionario, con un Congreso de salida e inicialmente con discusión inmediata (seis días) es una falta de respeto. Los derechos humanos no son material de campaña.

En resumen, se esperaba una nueva señal en el gobierno de Bachelet. Pero no a última hora, sin acuerdo y pasando por encima de sus protagonistas. Al final, es un hito necesario pero temporalmente forzado.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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