Esposos en la línea de fuego

15 de Octubre 2017

La trama tipo teleserie venezolana iniciada a raíz del fracaso de La Roja en las eliminatorias mundialistas, tuvo un segundo peak a solo minutos de que los seleccionados abandonaran la cancha, cuando las redes sociales comenzaron a hacer gárgaras con la publicación de Carla Pardo, esposa del capitán de La Roja, quien se desahogó a través de su cuenta de Instagram.

“Yo sé que la mayoría se pelaron el culo, mientras otros se iban de fiestas e incluso no entrenaban de la borrachera que llevaban. A quien le quepa el sombrero que se lo ponga”, decía la publicación.

Pardo siguió así una tendencia estrenada este 2017. La de “esposas de” o “maridos de” figuras públicas, que han vociferado todo lo que sus parejas no pueden decir, so riesgo de comprometer su futuro político, social o deportivo. Los ejemplos abundan:

Las primeras damas. Lo más reciente fue el round público de “señoras de” entre Karen Doggenweiler de Enríquez-Ominami y María Cristina Farga de Guillier. Esto, luego de que los propios abanderados se enfrentaran en un debate en la Universidad de Chile a raíz de los sueldos de los parlamentarios. Allí, el postulante de la Fuerza de la Mayoría le respondió al líder del PRO ironizando: “Yo vivo en Peñalolén no en Vitacura, y tu ¿vives en Recoleta o no?… Ahí está la diferencia, cómo entra la plata”, dijo.

Inmediatamente, sus palabras encontraron eco en la animadora de TVN que lo tildó de “machista” (reconociendo, de paso, que la casa es de ella), para luego recibir la respuesta de Farga: “Yo no podría estar con alguien machista”, argumentó.

El culebrón del FA. Inolvidables fueron las frases de la pareja del sociólogo y ex candidato presidencial, Alberto Mayol, Claudia Castagna, que llamó al orden al líder de Revolución Democrática, Giorgio Jackson, a raíz de la inicialmente fallida postulación del académico en su distrito, en la semana más álgida del Frente Amplio.

“En qué momento, siendo tan joven, te convertiste en esa especie de bicho que repta y no nos dimos cuenta de la putrefacción en la que anidabas”, escribió en sus redes sociales, tratando incluso de “cobarde” al diputado. Todo lo que Mayol no podía decir, quedó claro tras la intervención de su media naranja.

El capítulo DC. Como esto no es tema de mujeres no más, poco antes el esposo de Carolina Goic, Christian Kirk, había sacado ronchas en la tienda a propósito del respaldo de la Junta Nacional a la repostulación del diputado Ricardo Rincón, acusado de violencia intrafamiliar. El biólogo marino fue todo lo políticamente incorrecto que su esposa no podía ser. “Hoy vemos como la mal oliente cúpula DC da un giro medieval, premiando a un maltratador de mujeres como postulante al Congreso”, dijo, además de enfocar sus disparos en los diputados Juan Morano, Gabriel Silber, Matías Walker y Fuad Chahin, a quienes pidió “dar la cara” por defender a un “maltratador”.

Fue la propia señora de Walker la que tomó la bayoneta comunicacional en contra de Kirk: “Una cosa es la crítica política, y otra, denostar públicamente a un hombre que lleva meses poniendo la cara en defensa de la candidatura de Carolina Goic… Matías tampoco está solo”, remató, con un tono que recordó a los matones de colegio.

Y no podía faltar la señora del principal aludido, Ricardo Rincón. También por escrito,  Patricia Farías calificó la situación de “vergonzosa maniobra política para enlodar a una persona y obtener beneficios electorales”.

Los aludidos hablaron poco en esos días. No había necesidad.

La defensora. No podrían quedar fuera de este recuento las esposas de los políticos cuestionados. La dureza, en ese sentido, de Ana Luisa Jouanne, mujer del senador ex UDI Jaime Orpis –desaforado a raíz del caso Corpesca- fue total. Advirtió que desde el ’90 “casi todos” los parlamentarios se financiaron igual y acusó discriminación en contra del dirigente.

Probablemente aquí hay varios que se quedan en el tintero, pero lo concreto es que el fenómeno de los “esposos de” se ha convertido en una práctica común en esta campaña, como un elemento que mezcla lo emocional con lo político, pero donde –además- todo está permitido, pues el compañero de vida no tiene por qué guardar la compostura política como sí debe hacerlo el incumbente. La interrogante es cuán improvisadas o preparadas son estas intervenciones, que permiten poner en la primera línea de fuego a aquellos que no tienen nada que perder y que repartir dichos polémicos sin comprometer el capital del propio candidato.

Publicado en El Mercurio de Valparaíso.

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